Por Norberto Quaglia*
Y así parece que está sucediendo, lo que indica que es hora de incorporar cambios que conviertan a las elecciones en una legítima competencia.
El voto no es garante de la democracia. El hombre vota y elige opciones desde mucho antes que ésta existiera. Es más, en muchas ocasiones el voto es utilizado para justificar desvíos de la democracia, como suele suceder en ocasiones en que las elecciones no son competitivas y solo sirven para legitimar el poder y la opresión y tienen como objetivo mostrar una seudo unidad política entre el gobierno y el pueblo.
Sólo las elecciones competitivas, aquellas que dan las mismas oportunidades a quienes compiten y a quienes eligen, pueden garantizar que el resultado refleje el deseo de los electores.
El domingo 23 de agosto hubo comicios en la provincia de Tucumán, y al momento de escribir estas líneas no han parado las manifestaciones de protesta. Hay algo que no logra cerrar las heridas que dejó esa jornada.
Toda la oposición salió a reclamar cambios en el sistema electoral, pero lo hizo con muy pocas precisiones y certezas de éxito. Todos saben que es muy poco factible modificar un sistema en curso, y mucho menos a días de una elección. Esa falta de convicción fue detectada por el público que ve al anuncio como algo mucho más cercano a una tibia protesta que a una auténtica medida de cambio y desafío real.
Esta claro que el sistema necesita modificaciones que vayan mucho más allá que la implementación de un soporte electrónico, Macri propuso la implementación de la boleta electrónica que se utilizó en las últimas elecciones porteí±as con cierto éxito y que ya viene siendo utilizado en Salta. Pero no hizo ninguna referencia a que la ciudad no tiene sistema electoral ni régimen electoral propio. La ciudad, que hace 19 aí±os debe sancionar su propio sistema electoral, no ha podido diseí±ar ninguno que permita elegir a sus 60 diputados y 115 juntistas comunales. La única innovación que se había implementado era que estos últimos y de acuerdo a la ley 1777, debían ser elegidos en elecciones separadas o por lo menos en boletas separadas, fue derogada por orden del mismo Macri. De haber diseí±ado oportunamente un sistema, hoy bien podría estar proponiéndolo, pero no lo hizo, después de casi veinte aí±os, y ocho de gobierno del Pro, la ciudad sigue sin sistema electoral y sin régimen de partidos políticos.
No se puede reclamar a otros lo que se es incapaz de hacer para sí mismo.
De eso se trata el cambio. Se hace necesario no solo la modificación del sistema electoral sino también del sistema de partidos políticos, ya que nos encontramos con políticos sin partidos y partidos sin políticos al haber estructuras partidarias, que cobijadas por el sistema corporativo, salen a la oferta pública en cada oportunidad que se presenta una elección para después participar del reparto de beneficios a partidos políticos.
De esta manera, en la práctica hay por un lado partidos sin lucha interna, capacitación de cuadros, militantes, historia; y por otro, aquellos que sí la tienen pero en muchos casos han sucumbido ante las sucesiones dinásticas.
Un sistema electoral tiene como lo indica la palabra “sistemaâ€, varios componentes que deben ser estudiados cuidadosamente a efectos de ir mejorando paulatinamente. Para ello debe ser claro, de fácil comprensión por parte del electorado, transparente e inclusivo, donde todos tengan las mismas posibilidades de participar sin coacciones de ninguna especie y en donde el resultado obtenido sea el más fiel reflejo del deseo de los electores.
Se le debe ofrecer al votante la posibilidad de que con su voto pueda introducir modificaciones en la boleta y así producir cambios, que sienta que su intervención es importante para el resultado que se obtenga, hacer cualquier cosa que lo aleje de esa apatía de pensar que ya no hay nada que se pueda hacer.
*Licenciado en Ciencia Política y Gobierno, con un posgrado de Especialista en Prospectiva Estratégica. Titular de la Cátedra de Sistemas Electorales Comparados de la Licenciatura en Ciencia Política y de Gobierno de la UCESÂ
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