Latinoamerica y nuestras elecciones

La prensa latinoamericana comenta el recientemente lanzado proceso electoral argentino.


Los Kirchner van a la reelección
Claudia Selser
Milenio
Mexico
19 de septiembre 2007

Los resultados electorales, al nivel provincial, refuerzan el optimismo del mandatario Néstor Kirchner y de su esposa, Cristina Fernández, de que ésta logrará ganar la presidencia.
Desde marzo, cuando comenzaron las elecciones para gobernador en gran parte de las provincias de Argentina, oficialistas y opositores marcan con lápiz rojo triunfos o derrotas í¢â‚¬â€œéste para ti, éste para mí­í¢â‚¬â€œ, como si fueran el í­ndice inequí­voco de las preferencias en las próximas elecciones presidenciales, el domingo 28 de octubre, donde pisa fuerte Cristina Fernández de Kirchner, la esposa del presidente.
En este sentido, el domingo pasado, la pareja presidencial estuvo de parabienes porque los candidatos ganadores pertenecí­an a sus filas o se habí­an aliado con el Frente para la Victoria, el partido en el gobierno. En Chubut (provincia del sur), ganó por una abrumadora mayorí­a (72.6 por ciento) el actual gobernador, Mario Das Neves, del oficialista Frente para la Victoria. En Chaco (norte) ganó Jorge Capitanich, aliado con el oficialismo contra el partido en el poder en la provincia (partido Radical) en los últimos doce años, representado por íngel Rosas, ex gobernador provincial en dos perí­odos (1995 y 2003) por el partido Radical y hoy alineado a nivel nacional con el ex ministro de Economí­a, Lavagna, el candidato opositor a Cristina Fernández de Kirchner.
Una panorámica del mapa de la República Argentina mostrando con rojo y con azul las provincias donde ganó el oficialismo y donde ganó la oposición resulta sumamente revelador: de los catorce gobernadores electos, nueve pertenecen a las filas de los Kirchner, con su partido, Frente para la Victoria, o son aliados circunstanciales. Los porcentajes con que ganaron no son nada despreciables: Catamarca (56.7 por ciento), Entre Rí­os (47.1 por ciento), Rí­o Negro (46.3 por ciento), San Juan (61.2 por ciento), La Rioja (41.5 por ciento), Tucumán (78.1 por ciento), Córdoba (37.1 por ciento, aunque el resultado está objetado por el contrincante, que lo acusa de fraude, y se está realizando el escrutinio definitivo), Chubut (72.6 por ciento) y Chaco (46.9 por ciento). Mientras que la oposición triunfó en las provincias de Neuquén (46.7 por ciento), Tierra del Fuego (con balotaje: 52 por ciento), San Luis (84.8 por ciento), Santa Fe (48.6 por ciento) y el galardón más importante, el triunfo en la Ciudad de Buenos Aires, donde ganó el candidato del PRO, el derechista Mauricio Macri (también por balotaje).
Lo que sucedió el domingo en la provincia de Chaco no figuraba en los planes del presidente. Tras obtener resultados dispares en varias provincias, con sonoras derrotas como la Capital, Tierra del Fuego y Santa Fe, y quedar en medio del fuego cruzado de los rivales tras el polémico escrutinio de la provincia de Córdoba (el intendente de la capital cordobesa acusó de fraude a su rival, que ganó por una estrecha mayorí­a), el gobierno se habí­a preparado para aceptar una victoria en el sur y aceptar una derrota a manos de una alianza que gobierna el Chaco desde hace más de una década.
A tal punto que la Casa Rosada no habí­a puesto muchas fichas allí­. En cuatro años y medio de gestión, Kirchner viajó por todo el paí­s pero apenas pisó esa provincia opositora para recordar a las ví­ctimas de la masacre de la localidad de Margarita Belén durante la dictadura (1976í¢â‚¬â€œ1983). Ni él ni su esposa, Cristina Fernández, fueron durante la campaña a darle un respaldo en el terreno a Capitanich í¢â‚¬â€œex jefe de Gabinete de los ex presidentes Adolfo Rodrí­guez Saa y Eduardo Duhalde). Es más: Capitanich no llevó el sello del Frente para la Victoria aunque representaba claramente al oficialismo. Su triunfo fue una verdadera sorpresa, pero hasta los adversarios reconocí­an que el mérito del peronismo fue capitalizar, casi con exclusividad, el voto opositor contra el oficialismo provincial, que tuvo que vérselas contra un sinnúmero de flagelos que también erosionarán al nuevo gobernador: la pobreza y la indigencia, que hoy superan el 60 por ciento, la desocupación y la desnutrición.
La alegrí­a extra que dio al gobierno esta victoria impensable se debió a que el Chaco es la única provincia gobernada por el radicalismo (conservadores) que no habí­a adherido a la í¢â‚¬Å“concertación pluralí¢â‚¬Â impulsada por el gobierno. No es un tema menor: el futuro gobernador también deberá bregar contra los mismos flagelos que persiguen a los habitantes desde hace décadas: el presidente brilló así­ por su ausencia, y mucho más cuando Capitanich triunfó solo e inesperadamente. En su entorno se preguntaban incluso í¢â‚¬â€œno sin cierto resentimiento qué hubiera pasado si el presidente Kirchner lo hubiera acompañado, como él deseaba en la caravana de cierre. í¢â‚¬Å“í‚¿Hubiéramos ganado más tranquilos, no?í¢â‚¬Â
Hoy, es polí­tica del presidente ponerse al frente de la campaña para buscar el triunfo de su mujer y senadora en la primera vuelta. Tres actos en Buenos Aires, dos en Santa Cruz, un sexto en Tierra del Fuego y varias actividades en la Casa Rosada, sede del gobierno, hasta el próximo sábado, muestra que el presidente Kirchner se ha puesto al frente y privilegia la campaña para buscar el triunfo de Cristina en la primera vuelta.
Finalizado el calendario de elecciones en los distritos que habí­an adelantado sus comicios, ocho son las provincias que restan elegir gobernador y vice y que lo harán en coincidencia con las presidenciales. Mientras a nivel nacional ese 28 de octubre se elegirá presidente y vice, 130 diputados nacionales y 24 senadores nacionales, las provincias de Buenos Aires, Formosa, Jujuy, La Pampa, Mendoza, Misiones, Salta y Santa Cruz deberán darse nuevos gobernadores.
Con cerca de 40 por ciento del padrón electoral del paí­s, la provincia de Buenos Aires (similar al Estado de México) es clave para el gobierno. La apuesta por el actual vicepresidente del paí­s, Daniel Scioli y la alianza del kirchnerismo con el aparato del Partido Justicialista (peronista) provincial, busca garantizar a Cristina Kirchner la diferencia para ganar las presidenciales en primera vuelta.
En Mendoza se pondrá en juego la sucesión del gobernador y compañero de fórmula de Cristina, el radical Julio Cobos; las demás provincias están gobernadas por el Justicialismo í¢â‚¬â€œno kirchnerista, en los casos de Salta y La Pampa. En Misiones, donde naufragó la reelección indefinida de Carlos Rovira, el gobierno juega a dos puntas por el senador Maurice Closs y por el actual vicegobernador, Pablo Tschirsch.
Por último, lo que pase en Santa Cruz í¢â‚¬â€œla provincia del presidente y donde él fue dos veces gobernador, que hoy está sacudida por manifestaciones populares y represión policial, tendrá impacto polí­tico. La sucesión de conflictos salpicados de violencia disuadió a Kirchner de postular a su hermana Alicia.
Crazy Argentina
Gabriela Pousa
Diario America
19 de septiembre 2007

í¢â‚¬Å“í‚¿Se podrí­a organizar un partido de quienes no están seguros de tener razón? Ese serí­a el mí­o.í¢â‚¬Â — Albert Camus
Partamos de una premisa básica: no hay lógica en la polí­tica argentina, al menos en la manera de hacer polí­tica. Posiblemente no la halla en muchos otros aspectos, y esa sea la caracterí­stica intrí­nseca de la idiosincrasia nacional. Uno se pregunta, entonces: í‚¿puede hacerse un análisis concreto de lo que pasa o pasará sin caer en la más absoluta especulación? Se verá que la pregunta misma no hace sino confirmar la hipótesis inicial. No hay análisis que valga, apenas esbozos por tratar de mostrar desde alguna otra perspectiva la realidad y cómo ésta se avecina en el corto plazo, nada más.
Y es que en la Argentina todo puede ser y no ser. No hay modo de plantear un futuro distinto cuando protagonistas y elencos son los mismos y apenas alternan roles sin modificar sustancialmente el libreto. Los escenarios que se plantean de ahí­ en adelante responden más a las preferencias personales, motivadas por el deseo de que algo cambie, más que a la lógica de que los cambios lleguen por una administración nueva capaz de reformar estructuralmente a la Argentina que queda.
Albert Einstein decí­a que nadie puede conseguir resultados diferentes con la misma metodologí­a. En este caso, la sentencia se aplica sosteniendo que es inútil pretender coherencia y racionalidad cuando la dirigencia no sólo es la misma, sino que actúa en forma oportunista, la oposición aflora por los baches que le dejan más que por sus propuestas y las listas se arman por descarte, buceando entre los que aún no se anotaron en otras boletas. Las sábanas que se presentan en las próximas elecciones se parecen más a una subasta de saldos que a la formación de plataformas idóneas y serias. Lo importante parecerí­a ser contar en la lista con quien tenga una imagen positiva, aunque sea por una mera hazaña furtiva, que con quienes hayan dado muestras de capacidad e idoneidad para cumplir un rol en la actividad polí­tica. Así­, cuando surge un personaje no discutible en alguna materia, se le cuelgan de la yugular desde todas las fuerzas, como si fuesen todas ideológica o éticamente idénticas. í‚¿Es entendible que una misma persona reciba ofrecimientos de tres o cuatro espacios polí­ticos supuestamente opuestos? El problema de identidad que se le plantea al pobre elegido no lo puede resolver ni el más versado de los psicoanalistas.
Entramos en un grado de orfandad tal que quienes siempre estuvieron en las antí­podas del socialismo festejan el triunfo del socialista Hermes Binner en la provincia de Santa Fé y hasta ven en el alcalde de la ciudad de Córdoba, Luis Juez (del llamativamente titulado «Partido Nuevo Contra la Corrupción») a Ulpiano resucitado. í¢â‚¬Å“Todo, menos lo que hayí¢â‚¬Â, se dice. Puede ser válida la consigna. Sin embargo, esta situación tan peculiar que se vive en la Argentina no es producto de la evolución de ideas, sino del oportunismo electoral y de la ambición personal de los candidatos.
En ningún paí­s maduro polí­ticamente estos giros se producen como en estas latitudes. Sin ir más lejos, el acuerdo para unificar la oposición al gobierno, entre Ricardo López Murphy y Elisa Carrió, fracasó por la imposibilidad de acordar la titularidad de los espacios de poder y no a causa de diferencias ideológicas. Duro, pero real. Y el problema final es que para obtener una mayor calidad institucional es menester contar primero con una mayor calidad intelectual y espiritual. Los hombres hacen a las instituciones y no las instituciones a los hombres. Si se llega a éstas arañando votos de manera deshonesta o sin que importen los principios y valores, la calidad pretendida es abyecta.
No hay coherencia en las actitudes, menos lo hay en la confección de las listas. No hay convicciones, hay intereses y ambiciones cortoplacistas. No se trata únicamente de la polémica í¢â‚¬Å“ley de lemasí¢â‚¬Â que obra maravillas en pro de las reelecciones indefinidas en las provincias (Gildo Insfrán en Formosa es un ejemplo relevante para el caso). Si bien se mira, cualquiera puede ir de pronto en cualquier lista.
Un simple ejercicio basta para evaluar la lógica de esta polí­tica: léanse los nombres de los candidatos a los diferentes cargos y trátese de diferenciárselos luego por ideologí­a, propuestas, historia, trayectoria, militancia, origen o hasta por geografí­a (a qué distrito representan ahora)í¢â‚¬Â¦ y avéngase a armar los grupos: oficialismo y oposición.
No será simple establecer los cánones de la lógica que hacen, por ejemplo, que el gobernador de Buenos Aires (y ex funcionario de Carlos Ménem) Felipe Solá sea primer candidato a diputado de Cristina Fernández y critique los años noventa, o que Adolfo Rodrí­guez Saá plantee la no intervención estatal en la economí­a tras una gestión en su provincia signada por el Estado provincial, o mismo que un Ricardo Gil Lavedra (ex UCR) vaya con Roberto Lavagna (PJ í‚¿o ex PJ? ) y no con Carrió (ex UCR, ex ARI, í‚¿ex Coalición Cí­vica?) o que a ésta le diera lo mismo estar secundada por Gerardo Conte Grand (ex PJ), Adrián Pérez (í‚¿ex arista?) o Rubén Giustiniani (í‚¿ex socialista?, electo finalmente para ser vice porque Hermes Binner ganó en Santa Fe). í‚¿Qué tendrá que ver? Evidentemente, todo tiene que ver con todo, y todos con todos.
Es probable que el ejercicio planteado sea tramposo, aunque no deja de ser interesante, como lo serí­a analizar desde la lógica, claro está, por qué el í¢â‚¬Å“regresoí¢â‚¬Â de Eduardo Duhalde se convierte, de pronto, para muchos que antaño sufrieron el negocio de la pesificación asimétrica, en una suerte de í¢â‚¬Å“esperanza blancaí¢â‚¬Â y en la salvación nacional, mientras que para otros í¢â‚¬â€œque nacieron de su riñóní¢â‚¬â€œ resulte una amenaza tal que sea menester salir a atacarlo implí­cita o explí­citamente en la campaña.
Perón vive, Evita dignifica e Hipólito Irigoyen dejó la boina y ahora toca el bombo en las esquinas. Es la Argentina. Quién pueda entender que entiendaí¢â‚¬Â¦
Mentiras verdaderas
Jorge Raventos
OPINIONES DE VANGUARDIA
Uruguay
18 de septiembre 2007

Cae la imagen de Néstor Kirchner según la última encuesta de Poliarquí­a: 19 puntos en un año. Cae asimismo el í­ndice de confianza de los consumidores que tradicionalmente mide la Universidad Di Tella. Noventa de cada cien personas consultadas consideran que la corrupción está presente en el gobierno: la mitad de ellas estima que la mayorí­a de los funcionarios son corruptos, la otra mitad considera que sólo algunos lo son. La imagen de Cristina Kirchner -pese a la intensa propaganda oficial que difunde cifras netamente favorables- sólo consigue opiniones positivas de un 40 por ciento de los encuestados. Apenas 2 puntos más que el 38 por ciento que dice tener una imagen «mala» o «muy mala» de ella. La imagen favorable no puede traducirse automáticamente como intención de voto; la opinión negativa, en cambio, equivale generalmente a un techo infranqueable.
La señora de Kirchner intuye que, pese a que la oposición luce atomizada, las cosas no van demasiado bien para ella, razón por la cual prefiere moverse por tierras ajenas. En Berlí­n y Viena la trataron mejor que en Rí­o Gallegos. De todos modos, los comicios se juegan en la Argentina y el desafí­o que debe afrontar la primera dama reside en conseguir no menos de 40 por ciento de los sufragios si es que quiere evitar la encrucijada cruel del ballotage. Es un objetivo más difí­cil de alcanzar de lo que presume el fingido optimismo oficialista.
Sucede que cada dí­a que pasa alguna mala noticia congela la sonrisa profesional de los voceros oficiales. Néstor Kirchner viajó esta semana a su provincia, Santa Cruz, para investir como candidato a gobernador al gobernador en ejercicio, Daniel Peralta. El deseo original del Presidente era candidatear a su hermana Alicia, a quien los encuestadores del gobierno le asignaban hasta unas semanas atrás buenas chances de triunfo. Pero la hermana Alicia se sintió moralmente fatigada para asumir esa empresa después de que una legión de docentes y empleados estatales la vapuleó en la ví­a pública. Peralta ocupó el espacio vací­o y se mostró dispuesto a reemplazar a Alicia Kirchner como candidato así­ como habí­a sustituido a Carlos Sancho en la gobernación. Ocurrió que la fiesta de la nominación de Peralta quedó ensombrecida por un incidente: efectivos de la Gendarmerí­a («cumpliendo órdenes superiores», según explicaron) abrieron fuego con proyectiles de goma contra una manifestación de trabajadores de Caleta Olivia que bloqueaban una ruta e impedí­an el paso de un micro oficialista que trasladaba a Rí­o Gallegos público para el acto del Presidente. Entre los lesionados se contó una periodista de una radio local.
El gobierno, que transformó en principio emblemático la «no represión» a las tomas y bloqueo decalles y rutas, no dudó en transgredir su propia norma y apelar a la fuerza y las armas cuando se trató de allanarle el paso a un micro de prosélitos kirchneristas. Dos semanas antes no habí­a sido la Gendarmerí­a sino el colaborador presidencial Daniel Varizat el que habí­a ejercido la violencia en Santa Cruz, embistiendo a una multitud de trabajadores estatales y de la educación con su camioneta cuatro por cuatro.
El doctor Kirchner, que nunca abrió la boca para dar un juicio sobre lo que hizo su amigo Varizat, atacó en Rí­o Gallegos a los manifestantes de Caleta Olivia y, en general a quienes se le oponen en Santa Cruz, y les imputó a ellos ser émulos de José Stalin y Adolf Hitler. En rigor, como evocó William Shirer en su Diario de Berlí­n, «la técnica del Fí¼hrer consiste en que una mentira es mucho más útil que mil verdades». Habrá que ver si en Santa Cruz esa técnica da réditos.
Un caso en que el manejo de la mentira no ha conseguido resistir es el del falseamiento de los í­ndices del INDEC. La manipulación de los datos inflacionarios es una confesión del fracaso de la polí­tica de control maquillado de precios ensayada por el Secretario de Comercio Guillermo Moreno. Como los precios de la realidad son rebeldes a la voluntad del gobierno, se dibujan los precios de la estadí­stica. El costo es la desconfianza generalizada sobre la palabra oficial: quien falsea datos tan escandalosamente devalúa su confiabilidad, pierde crédito. Por otra parte, el macaneo es tan torpe que hasta los funcionarios propios terminan denunciándolo. Nada menos que el candidato que acompaña a la señora de Kirchner en el binomio oficialista, el radical-K mendocino Julio Cobos, admitió que «el INDEC no refleja» los incrementos de precios que experimentan los consumidores. Simultáneamente, ante un público especializado reunido en Londres por la revista Euromoney, nada menos que el presidente del Banco Central, Martí­n Redrado, se confesó «profundamente preocupado» por la inflación. Cuando trascendieron sus dichos, Kirchner lo llamó por teléfono para retarlo: a cuarenta dí­as de los comicios, el gobierno no quiere que se mente la soga en casa del ahorcado.
Lo cierto es que la inflación no puede ocultarse: los analistas serios se rí­en del pronóstico de un dí­gito que pregonan Moreno y el gobierno y aseguran que la inflación real estará entre 17 y 20 por ciento. Los precios esmerilan los ingresos de la clase media que ve subir servicios privados, alquileres, vacaciones y entretenimientos y sufre igual que los más humildes el aumento de los alimentos.
El estilo de las autoridades, la inflación, las mentiras del Indec, la inseguridad son cuestiones que pueden agudizar, en las semanas que restan hasta la elección, la tendencia declinante en la imagen del oficialismo, que ya le ha costado reveses importantes en las grandes ciudades. La opinión pública ha iniciado un proceso de separación en su relación con el gobierno que se remonta, al menos, al momento del plebiscito misionero.
El otro frente inquieto es el peronismo. Los sindicatos mascullan descontento, aunque las patéticas miserabilidades los inducen a mostrarse disciplinados en público. Eduardo Duhalde ha declarado el fin de su perí­odo de hibernación y anuncia que en breve hará campaña para «ocuparse de cosas de las que nadie se ocupa». En rigor, el mero anuncio es ya un inicio de esa actividad. Y el kirchnerismo no ha podido ocultar los nervios que le produce el regreso a la actividad del ex presidente.
Alberto Rodrí­guez Saa, entretanto, se prepara para cautivar al electorado justicialista desde la boleta del FREJULI, que compartirá con el entrerriano Héctor Maya. Uno de sus primeros pasos ha consistido en solicitar el salón Felipe Vallese de la CGT para lanzar desde allí­ un programa para los trabajadores. Otro ha sido viajar a Santa Cruz, como para demostrar que puede enfrentar al kirchnerismo en su propia provincia. Rodrí­guez Saa mostrará los éxitos de la gestión que él y su hermano Adolfo han desplegado en San Luis y espera cosechar votos del peronismo decepecionado con la polí­tica de Néstor Kirchner.
Es interesante observar que gobernadores y referentes justicialistas de varias provincias se han entrevistado ya con Rodrí­guez Saa, con Maya o con ambos. Es previsible que otro tanto ocurra cuando Eduardo Duhalde empiece a recorrer provincias. Son señales elocuentes de que el peronismo no será, en el próximo perí­odo presidencial (lo encabece quien lo encabece), un convidado de piedra en la polí­tica argentina.
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1 comments

Como todos sabemos faltan pocas semanas para definir el panorama electoral. La argentina se merece un pais con mas oportunidades para todos los ciudadanos.Lavagna es un candidato distinto y ofrece un plan de gobierno sin duda alguna es una buena eleccion.
http://www.presidentelavagna.com

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