í‚¿Es mejor el voto obligatorio o el voto no obligatorio?

 

destn0272bCompartimos la entrevista realizada por Leandro Querido a Patricio Gómez Talavera para el sitio www.noticiaselectorales.com

¿Cómo se vota en América latina? ¿Qué impacto tiene el sistema electoral en la participación? Patricio Gómez Talavera es historiador y analista polí­tico. En esta entrevista analiza el voto obligatorio y el voto no obligatorio en los distintos paí­ses de nuestro continente.

Leandro Querido: El mapa electoral de América latina se divide en voto obligatorio y no obligatorio. Imagino que cada iniciativa tiene sus ventajas y desventajas, ¿cuál es tu opinión?

Patricio Gómez Talavera: sí­ es cierto, creo que Chile y Colombia han puesto sobre la mesa este debate, entre qué es lo que más conviene al sistema de participación. Mirando los números lo que se nota es que el sistema obligatorio tiene más herramientas para garantizar una afluencia sana de electores para el sistema polí­tico. Distinguimos tres modalidades: el voto no obligatorio, el caso de Colombia, Venezuela, el obligatorio sin sanción, en donde la persona tiene que ir votar pero si no lo hace no recibe ningún tipo de sanción por parte del Estado, estos serí­an los casos de Panamá y El Salvador, de Paraguay. Hay que distinguir aquí­ el voto obligatorio sin sanción porque está institucionalizado así­ y otra porque el sistema no funciona. El caso argentino serí­a así­ porque es obligatorio con sanción pero es una forma de decir, pues las sanciones son acotadas. Existe la sanción, existe el marco regulatorio pero la sanción no toma cuerpo. Y Brasil, por supuesto, en donde de hecho el aí±o pasado el Congreso rechazó la no obligatoriedad del voto que habí­a sido propuesta en diputados.

LQ: en Argentina las sanciones se aplican, o mejor dicho se empezaron a aplicar.
PGT: lo que pasa es que si nos comparamos con Perú nos falta mucho recorrido. Allí­ si uno no vota después tiene dificultades para realizar cualquier tipo de trámite en la administración pública. El que no vota se ve muy complicado, si uno no vota sabe que va a tener enormes dificultades para cualquier trámite en el estado peruano.
LQ: igualmente también otro filtro con el que se puede pensar este tema tiene que ver con la participación, porque vos mencionabas el caso de Colombia y el de Venezuela en que ambos tienen voto no obligatorio. Sin embargo, en el primero vota el 40 por ciento, y en el segundo el 80 por ciento.
PT: lo del 80 por ciento es algo de este momento, si nos vamos veinte aí±os atrás uno tení­a que estar agradecido si llegaba al 40 por ciento. Hay una polarización polí­tica en Venezuela que quizás haga más atractiva la participación. Hay un sector movilizado a partir de la irrupción del chavismo y también la conformación de un bloque antichavista que se plantea como reacción, que hizo que se convirtiera el juego polí­tico en más interesante, que se plantee en otros términos. La campaí±a colombiana creo que ha dejado claro que el colombiano medio mantiene un grado de desafección con su dirigencia que es bastante considerable y están los números a la vista.

LQ: es muy interesante lo que marcas porque fijate que en Chile hace muy poco el voto era obligatorio, hicieron una reforma polí­tica y la verdad que no sé si les salió muy bien, creo que hoy muchos se arrepienten, no midieron el impacto. Pasaron de tener niveles de participación muy altos y hoy tienen una Michelle Bachelet que si bien ganó, nadie cuestiona su legitimidad, uno va a los números y la verdad que preocupan.

PT: el caso de Chile es el del que se engaí±ó durante mucho tiempo como quien sabe que se viene excediendo con la comida y se agarró un empacho y no quiere subirse a la balanza, y dice no me subo, no me subo, hasta que al final se sube y toma conciencia de lo excedido que está, y cuando eso pasa ya está completamente pasado. La diferencia es que antes se mentí­a y ahora ve la realidad. Lo que pasó con Chile es similar a esa metáfora. Pasó de un sistema de inscripción del votante voluntario a uno automático. El electorado joven no se inscribí­a pero no se notaba, pero como ahora se inscribe se nota, se nota la falta. Por eso pasamos de un 80% a un 40%, porque el 80% era sobre el nivel de la gente que se inscribí­a, y la gente que no se inscribí­a no se notaba, ahora como se inscribe sí­ se ve.

LQ: me parece que pusiste el acento donde habí­a que ponerlo. Porque a veces uno se guí­a por la división simple entre obligatorio o no obligatorio pero en medio están los registros electorales. Allí­ hay que poner la atención porque son procesos muy engorrosos que dificultan la participación electoral. Creo que es un tema más que interesante ese.

PT: lo principal es tener la garantí­a de ir a votar y saber que su bisabuelo no va a figurar en el mismo padrón, cosa que se da en algunos casos. Que en algunas zonas sea falseable el padrón es una cuestión aun muy preocupante.

LQ: por supuesto. Entonces, en resumen, tenemos voto obligatorio, con sanción y sin sanción y en tercer lugar el voto no obligatorio; y la tendencia en América latina es al voto obligatorio, salvo los paí­ses que mencionaste.

PT: sí­ esas son las tres modalidades que se reconocen en la región y la tendencia mayoritaria es cada vez más al voto obligatorio básicamente por una cuestión de legitimidad del sistema polí­tico que necesita una afluencia de votos tal que le dé validez suficiente para sostenerlo, para fundar allí­ la representación de cara a los electores.

LQ: porque generalmente entendemos que estamos frente a una América latina poco integrada, pero en términos de reforma polí­tica el nivel de integración es importante. Cuando uno ve que se toma una medida, hay un cambio exitoso en un paí­s, como por ejemplo la reelección o el ballotaje, rápidamente otros paí­ses lo toman. Me da la sensación que son efectos que se dan como en cascada.

PT: sucede que en los sistemas polí­ticos como los nuestros que han sufrido temblores importantes siempre hay mayor susceptibilidad ante cualquier reforma que pueda mejorar el compromiso del ciudadano para con el sistema, que haga que el elector se acerque, para evitar que se quede en su casa y vaciar de contenido al sistema o que se dé directamente el voto anti-sistema como se está dando en Europa.

LQ: por último, vos seguiste muy de cerca las elecciones de Colombia, ¿te llama la atención que ningún sector polí­tico haya planteado el voto obligatorio?

PT: no, creo que hay margen para dudar de su apertura a la sociedad. Se mantienen nichos de influencia porque la apertura implica el riesgo del multipartidismo para los intereses partidarios establecidos. Un mercado de libre competencia es inconveniente para quien tiene un reducto y lo quiere conservar como sea.

LQ: tampoco vino el reclamo de la ciudadaní­a.

PT: depende cómo se mire. No votó el 60%. Si uno no lee eso es un error de lectura. Si lo que se espera son manifestaciones masivas que tomen las ciudades en reclamos de eso, seguramente no es lo que va a pasar. Cada sociedad tiene sus formas de manifestación y no todas tienen una forma explosiva o hábitos polí­ticos de manifestación contundente, pero sí­ es verdad que Colombia sigue una larga tradición de desafección y no concurrencia y creo que es una seí±al que la última reforma constitucional intentó tomar pero que le falta mucho camino por recorrer aun para dar cuenta de este fenómeno o poder revertirlo.
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