Dijo que la Argentina es una «muy buena oportunidad» para los negocios; negó la crisis energética y que el país sea «vulnerable»
La Nación
8 de Agosto de 2007
Cristina Kirchner buscó dar ayer un mensaje de estabilidad ante un auditorio muy preciado: los representantes de poderosas empresas de los Estados Unidos. «La Argentina es una muy buena oportunidad para hacer negocios», dijo en la clausura de la reunión del Consejo de las Américas. Nunca levantó el tono de voz y destacó que el país es hoy «menos vulnerable» que en los años 90.
No dio detalles del plan que aplicará en caso de ganar en octubre. Se esmeró en explicar los beneficios del modelo económico «de acumulación y valor agregado» que puso en marcha su esposo, el presidente Néstor Kirchner, y que ella pretende «profundizar».
Volvió a proponer que si llega al poder, impulsará un acuerdo entre el Estado, los empresarios y los trabajadores para definir políticas de largo plazo. «Los argentinos hemos decidido instalar como definitivos el superávit fiscal primario y de balanza comercial, junto con un proceso de desendeudamiento inédito», afirmó.
Igual que su esposo, pasó largo rato dando cifras sobre los índices de crecimiento argentino. Hubo un aplauso al final de un discurso moderado, que duró 45 minutos. Horas antes, medio gobierno había explicado el plan económico ante los mismos empresarios y dieron indicios de lo que podría ser la gestión de Cristina Kirchner.
Bien lejos del lujoso hotel Alvear, donde se realizó el encuentro del Consejo de las Américas, Hugo Chávez terminaba su visita a la Argentina. Antenoche había comido en Olivos con el matrimonio Kirchner, tras reforzar una alianza sintetizada en la compra de 1000 millones de dólares de bonos y acuerdos de provisión energética.
La candidata fue presentada por la presidenta del Consejo, Susan Segal. Definió a Cristina Kirchner como su «amiga», dijo que era «un honor» que cerrara la reunión y avanzó más: «Me comprometo a que Cristina tenga siempre la puerta abierta aquí».
La senadora sonreía y se tocaba el pelo, todo un tic en ella. Cuando pasó a hablar, destacó que Segal la había invitado a disertar en ese foro en 2004, cuando nadie -ni el Presidente- pensaba que pudiera ser candidata. «No podrán acusarte de discriminación electoral», añadió, en alusión a la ausencia de opositores en la conferencia.
Luego hizo un repaso de sus viajes al exterior y contó experiencias. Una llamó la atención de los empresarios porque tuvo el objetivo de minimizar la crisis energética en la Argentina. «Me tocó estar en California y tener que esperar dos horas en el consulado porque no había luz. No hay que preocuparse», dijo. En prolijas filas de sillas de pana estaban sentados y atentos empresarios como Jorge Brito, Julio Werthein, Cristiano Rattazzi, Alfredo Coto y Eduardo Elsztain, más representantes locales y extranjeros de grandes firmas norteamericanas.
Modelo alternativo
La senadora les dijo que había ido a proponer «un intercambio» y planteó, como hace siempre, la diferencia entre el modelo de los í‚´90 y el del Gobierno, del que afirmó haber participado «activamente». «No quiero falsos dilemas. Llevamos adelante un modelo alternativo que impactó en la calidad de vida de los argentinos», afirmó.
Enseguida aclaró que falta aún mucho, pero dijo que era necesario continuar con una economía que tiene «una matriz diversificada y menos vulnerable ante los ciclos económicos».
En la primera fila, además de los empresarios, la miraba fijo el embajador argentino en España, Carlos Bettini. La senadora varias veces dirigió su mirada a ese hombre, que podría integrar su eventual gabinete. Al lado, el embajador de los Estados Unidos, Earl Wayne, escuchaba serio.
Cristina Kirchner quiso también explicarles a los empresarios que «en ningún país se podía eliminar la conflictividad social» pero que el Gobierno había «encauzado el conflicto social con democracia». También les contó que su plan es, además de buscar inversiones, invertir en educación.
Ya para el final, la candidata presidencial dijo que no había ido «a fijar reglas sino explicar el modelo» y a ratificar que el país era un lugar donde podían poner su dinero. Luego de un abrazo con Segal, bajó del escenario y pidió saludar a los empresarios.
La mayoría la felicitaba (a algunos ella los saludó por el nombre), le pedían audiencia y hasta le ofrecían proyectos. «Vemos la agenda, tengo una institucional y una política, nos hablamos», le dijo a uno de los más poderosos empresarios de la Argentina.
Antes de bajar del roof garden del hotel, el embajador Wayne fue medido: «Es muy buena oradora y explicó muy bien cuál es su visión».
Cristina Kirchner ya se había ido. Algunos creyeron ver una faceta distinta de la candidata presidencial.
Por Paola Juárez
De la Redacción de LA NACION