Dar luz verde a Cristina Fernández de Kirchner (CFK) para que participe en los comicios de octubre no es lo mismo que un voto que la invista como Presidente. Aquellos que dada la victoria rotunda de CFK en las primarias disminuyen la importancia de las elecciones nacionales, estarían subestimando a los electores, quienes votan con un objetivo diferente en una y otra elección. La existencia de una disconformidad general entre los argentinos con el gobierno de CFK es un llamado a las diferentes oposiciones del escenario político a organizarse, y así erigirse en tanto segunda opción sólida y viable en las elecciones del 23 de octubre.
Crédito de la foto: CC/Flickr/CateInCba
Argentina
Roberto Trad
El Financiero, Sucesión
15 de agosto 2011
El resultado de ayer en Argentina no significa un triunfo anticipado para Cristina Fernández, sino un llamado para que los principales opositores al Pingí¼inismo se pongan de acuerdo y sumen fuerzas para derrotar a la Presidenta en su intento por reelegirse.
Argentina tiene un sistema electoral en el que el Presidente electo debe triunfar en tres elecciones en menos de seis meses. Las primarias, en las que el partido y el candidato califican a la elección, adquiriendo el derecho de competir, siempre y cuando reúnan el 1.5% de los votos totales. La primera vuelta en la que compiten todos los candidatos que rebasaron la meta durante las primaria y la segunda vuelta, en al que compiten cara a cara el primero y segundo lugar, siempre y cuando el primero no haya obtenido arriba del 40% de los votos contables.
Ayer fue la primera cita, Cristina Fernández junto con otros 6 precandidatos calificó a la elección presidencial con poco más del 50% de los votos (lo que para muchos significa un paso muy adelantado para su reelección) sin embargo, en la cita final las cosas no tienen que darse de la misma manera. Esta nueva modalidad se aprobó en 2009, por lo que no hay una referencia histórica, en la elección inmediata anterior (2007), la Presidenta logró el 43% de los votos en primera vuelta, con una oposición dividida, lo que le valió el triunfo automático sin la necesidad de refrendarlo cara a cara con el segundo lugar.
Si bien, lo de ayer tiene un importante valor simbólico, lo único que los argentinos expresaron en las urnas es que quieren ver a Cristina en la boleta y no necesariamente otro periodo en la Casa Rosada. Quien sienta que esto ya está escrito, está subestimando la inteligencia de los electores. Para un individuo que va a ejercer el sufragio, no es lo mismo un “pase a la boleta†que un voto definitivo para Presidente de la República. Lo que está en juego en uno y otro escenario es completamente diferente. En el primer caso, el peso de las simpatías partidistas, las dádivas y los afectos pueden significar más, en el segundo, la decisión pasa también por un ingrediente racional, la pregunta que se tendrán que hacer los argentinos es si quieren que las cosas sigan igual o prefieren que el gobierno cambie.
Con el resultado de ayer, parece que la mayoría quiere que siga el actual gobierno, sin embargo, esto puede cambiar durante los siguientes meses. Si la oposición quiere derrotar a la Presidenta, debe buscar una candidatura de unidad que atraiga a todos los electores que prefieren un cambio (47%), así como a ese 30% que todavía no ha tomado una posición (en Argentina votar es obligatorio, el 30% que no asistió a las primarias tendrá que asistir a las urnas el próximo 23 de octubre).
No es difícil lograr una mayoría opositora en un país que ha vivido diversas crisis económicas y de identidad durante los últimos aí±os. Los números en las encuestas e incluso en las primarias dan para la alternancia, pero al igual que hace cuatro aí±os, la oposición corre el riesgo de dividir el voto y entregar la reelección en la primera vuelta.
El expresidente Eduardo Duhalde y el hijo del expresidente Alfonsín, Ricardo, pasaron las primarias con 12% y 13% respectivamente. Son los únicos dos que podrían significar una verdadera competencia para la seí±ora Fernández. Si llegan a la elección divididos, la seí±ora Presidente puede lograr como en 2007 más de 40 puntos en la primera vuelta. Unidos pueden ganar, pero con el resultado como se dio, será muy difícil ponerse de acuerdo, ambos tienen la misma legitimidad.
Si verdaderamente quieren evitar la reelección, tendrán que diseí±ar un mecanismo para sumar fuerzas desde el inicio de la campaí±a o bien, una especia de pre-elección entre ellos para definir quién será el que decline a favor del otro. Esto último puede incluso convertirse en estrategia de campaí±a de ambos, que además de promoverlos, podría ayudar a mover los términos del debate de la elección hacia un escenario más favorable: “Todos los argentinos queremos un cambio, en eso ya estamos de acuerdo (la mayoría rechaza la reelección de Cristina), la verdadera elección (la elección entre los opositores) consiste en un ejercicio para definir el tipo de cambio que queremosâ€.