Este lanza la candidatura de su esposa en este momento para mostrar que no tiene deseos de poder, cuando la opinión pública se muestra crítica frente a los proyectos como el de la reelección indefinida, que fracasó el año pasado en la provincia de Misiones.
9 de Julio de 2007
Por Rosendo Fraga
La esposa del Presidente, Cristina Fernández de Kirchner, es la figura política con mejor imagen en la Argentina, después del primer mandatario.
Dado que Néstor Kirchner carece de apoyos genuinamente propios dentro del peronismo (del que además desconfía), el rol electoral de Cristina es muy importante, como se hizo evidente en 2005, al ser electa senadora nacional por la decisiva provincia de Buenos Aires, obteniendo una contundente victoria con el 44% de los votos.
Su elección como senadora nacional fue relevante para quebrar la hegemonía del ex presidente Eduardo Duhalde en el distrito más grande del país. Entonces, la candidatura de Cristina fue el arma de presión y negociación más eficaz que tuvo Kirchner en la puja por las candidaturas bonaerenses, antes de imponerla.
La realidad es que la senadora está muy por encima de cualquier candidato del oficialismo, salvo del vicepresidente Daniel Scioli, y también aventaja a los eventuales candidatos de la oposición en cuanto a intención de voto y no sólo en imagen como se mencionó, quedando todavía algunos puntos por encima de Mauricio Macri.
Cristina Kirchner vuelve a ser la figura electoral más importante con la que cuenta el oficialismo para la elección presidencial de 2007, como lo fue en los comicios legislativos de 2005, con la excepción del Presidente.
Este lanza la candidatura de su esposa en este momento para mostrar que no tiene deseos de poder, cuando la opinión pública se muestra crítica frente a los proyectos como el de la reelección indefinida, que fracasó el año pasado en la provincia de Misiones.
Tras el revés de Misiones, retrocede tácticamente pero no abandona el objetivo de retener el poder, con un periodo de su esposa sucediéndolo y dejando abierta la posibilidad de otro de ella u otros dos de él mismo.
«El próximo presidente será pingí¼ino o pingí¼ina» ha sido la ambigí¼edad usada por Kirchner hasta ahora que comienza a definirse a favor de su esposa. Las señales de que Cristina será la candidata se han hecho contundentes como respuesta a un trimestre políticamente difícil como ha tenido el oficialismo entre abril y junio.
Siendo electa Cristina, elle tiene un poder «delegado» de su esposo y los sondeos muestran que él le lleva una ventaja importante. Por esta razón, dejarla a ella de candidata implica hoy ampliar las posibilidades de la oposición.
Pero mientras la oposición no se una -y hoy parece difícil que lo haga- Cristina candidata gana en la primera vuelta.
La única alternativa real de la oposición es que el oficialismo obtenga un voto menos del 40%, situación en la cual siempre hay segunda vuelta, cualquiera sea la diferencia entre el primero y el segundo, con lo cual la oposición encuentra la posibilidad de hecho de unificarse, detrás de quien quede segundo. Es un escenario improbable aunque no imposible, pero aumenta con la candidatura de Cristina.
Cabe recordar que en términos de cultura política, las mujeres de los líderes en el peronismo suelen tener un rol político. Sucedió con las dos esposas de Perón, con las de Duhalde y Kirchner, y en alguna medida lo intentó tener la segunda esposa de Menem.
La reaparición de Duhalde quizás muestre que percibe problemas entre Kirchner y el peronismo y busca capitalizarlos. Sus críticas a Cristina -en las cuales coincide casi todo el arco opositor- lo muestran tomando distancia del gobierno, pero no implican una ruptura total. Estas críticas, junto con las tres derrotas electorales de junio, pueden haber influido para que Kirchner precipite la definición de la fórmula, como una estrategia para recuperar el centro de la escena política.
En mi opinión, Cristina Kirchner no es Evita y Néstor Kirchner no es Perón. El fundador del peronismo y su esposa son un fenómeno irrepetible en la política argentina. La historia se parece, pero nunca se repite exactamente, y la visita de la Senadora y Primera Dama a París confirma la probabilidad de su candidatura, pero no su certeza.
Fuente: Nueva Mayoría