La batalla porteña más nacionalizada

Hay 18 candidatos para ocupar la jefatura de la ciudad, aunque los sondeos de opinión favorecen a Macri, a Filmus y a Telerman; el domingo próximo también se pone en juego la puja entre Kirchner, Carrió y las fuerzas de centro
Por José Ignacio Lladós

Foto: Obelisco Ciudad de Buenos Aires
Crédito Foto: Hugo Passarello Luna

La batalla porteí±a más nacionalizada
Por José Ignacio Lladós
Diario La Nación
30de Mayo de 2007

Néstor Kirchner lo planteó casi como un plebiscito de su gestión. Dijo que el domingo próximo, cuando se elija jefe de gobierno, estará en juego «la continuidad del modelo o el regreso a los 90». Elisa Carrió afianzó su alianza con Jorge Telerman e inmediatamente comparó a Kirchner con el ex dictador rumano Nicolae Ceaucescu. Luego, pidió a su electorado el voto para la fórmula Telerman-Enrique Olivera. El mismo Telerman, anteayer, advirtió que la ciudad no sólo dirimirá el mapa polí­tico distrital, sino también «un modelo de república».
En parte, por vocación de los porteí±os, aún no del todo acostumbrados a elegir a su alcalde sin tener en cuenta el cuadro polí­tico nacional, pero también por voluntad de los dirigentes directa e indirectamente involucrados, el domingo se pondrá en juego no sólo la cuarta elección de jefe de gobierno, sino también un escenario más amplio, que involucra claramente el mapa general.
No por casualidad Néstor y Cristina Kirchner, Carrió, Ricardo López Murphy y Roberto Lavagna, los candidatos presidenciales, decidieron intervenir. El matrimonio presidencial secundó a Daniel Filmus, Carrió acompaí±ó a Telerman, López Murphy aprobó la alianza de Recrear con Macri y Lavagna dijo que estaba de acuerdo con todos –también con Claudio Lozano– menos con Filmus. Nadie quedó ajeno a la elección de la ciudad.
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Concretamente, este domingo se elegirá la fórmula de gobierno entre 18 postulantes, y 30 diputados locales entre 22 listas (de lo que se informa por separado). Resulta una significativa merma en la participación polí­tica de los porteí±os, que en 2005 presentaron 40 listas con candidatos para la Legislatura.
En el caso de que ningún aspirante a la jefatura alcance el 50 por ciento más un voto, habrá segunda vuelta, prevista para el 24 de junio. Así­ lo exige la Constitución porteí±a, que, a diferencia de cuanto sucede en los comicios nacionales, no marca la diferencia entre el primero y el segundo como un elemento decisivo.
Será la cuarta vez que los porteí±os voten un jefe de gobierno. En 1996, eligieron a Fernando de la Rúa, que en 1999 le dejó el cargo a su número 2, Enrique Olivera, hoy compaí±ero de fórmula de Telerman. En 2000, ganó Aní­bal Ibarra, que luego, en 2003, con Telerman como vicejefe, obtuvo su reelección en la segunda vuelta contra Mauricio Macri.
Es Macri, justamente, quien aparece otra vez como serio aspirante a la jefatura. Con una estrategia de bajo perfil, el lí­der de Pro consolidó su electorado de centro y dejó que Filmus y Telerman se disputaran el voto progresista.
La oferta electoral del centro hacia la izquierda es la que surge como mayoritaria, con más de la mitad de los postulantes. Entre ellos, Patricia Walsh y Claudio Lozano resultan los candidatos más visibles de un espacio nuevamente fraccionado.
Todas las encuestas coinciden en dos certezas: ningún candidato alcanzará el 50% más un voto, de modo que habrá ballottage, y difí­cilmente no esté Macri en esa segunda vuelta. Hasta hoy, la mayorí­a de los analistas vaticina un empate técnico, detrás de Macri, entre Filmus y Telerman.
Es el lí­der de Pro, de acuerdo con aquellos estudios, quien mejor aprovechó LA NACIONalización de la campaí±a. Hacia él habrí­a virado la mayorí­a del electorado refractario al kirchnerismo. El dato no deja de sorprender, pues resultó Macri quien más esfuerzos realizó por vecinalizar la campaí±a.
Telerman, en un comienzo, buscó sumarse a la vecinalización. Pero en el medio se potenció su rivalidad con la Casa Rosada, y la táctica del mandatario porteí±o se modificó: con un guií±o de la Iglesia, se acercó a Carrió, una de las dirigentes más incómodas para el kirchnerismo. Juntos, sin embargo, no transmitieron un mensaje uniforme. Carrió definió su alianza con Telerman como «antikirchnerista», pero Telerman prefirió mantener cierta cautela y en un principio preservó a Kirchner de las crí­ticas.
Luego, cuando la relación con la Casa Rosada se quebró –se suspendieron o se postergaron obras conjuntas, por ejemplo–, Telerman se permitió cuestionar los modos del Gobierno. Surgieron así­ definiciones como «fascista» o «autoritario» dirigidas a la manera en que el kirchnerismo ejerce el poder.
Filmus arrancó la campaí±a con un bajo nivel de conocimiento. Para crecer, diversificó al comienzo sus bases de apoyo: se valió de Aní­bal Ibarra, de Carlos Heller y, lógicamente, del Gobierno.
Los muy fuertes gestos de Kirchner, finalmente, marcaron su agenda, al punto de que en el último tramo de la campaí±a Filmus intentará perforar el voto kirchnerista para asegurarse el segundo lugar.
De ellos tres, en definitiva, surgirá el próximo jefe de gobierno. Por la fuerte influencia de algunos candidatos presidenciales, la elección amenaza con excederse de los lí­mites distritales para sensibilizar el mapa polí­tico nacional.