Pasadas las elecciones internas, de voto no obligatorio, de los partidos políticos, falta una semana para que Uruguay se enfrente a un nuevo ciclo electoral que comenzará con una «primera vuelta» donde se elige el Parlamento Nacional. Podría pasar (pero ya adelantamos que no sucederá) que si un partido político superare el 50% más uno de los votos emitidos válidos, el ciclo en el plano nacional concluyera ahí, con la elección del Presidente de la República, a la vez que la conformación de ambas Cámaras: Diputados y Senadores (las elecciones departamentales son otra historia). Pero estamos en condiciones de adelantar que se irá a una segunda vuelta, también denominada balotaje, el último domingo del mes de noviembre.
Así las cosas, la próxima semana sabremos cómo quedan representados los orientales en las Cámaras, y además quiénes pasarán al balotaje.
Hasta hace menos de un mes, quién suscribe hubiera firmado que la segunda vuelta era entre el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, y el del Partido Nacional, Álvaro Delgado (el heredero político del actual presidente Luis Lacalle Pou).
Pero la política tiene esas cosas que la hacen similar al fútbol… los partidos no terminan hasta que pita el árbitro.
Han sucedido varias cosas, pero en esta columna, y en haras de simplificar el panorama y no aburrir a los amables lectores, quiero detenerme en dos hechos centrales y relevantes.
Por un lado, un tercer candidato (Andrés Ojeda, Partido Colorado) integrante del conglomerado de partidos que conforman la coalición que gobierna el Uruguay, amenaza con meterse por los palos para disputarle, dentro de la coalición oficialista, al candidato Álvaro Delgado la posibilidad de pasar al balotaje para enfrentar al candidato del Frente Amplio (partido que ya tiene garantizado un piso electoral que lo coloca en la segunda vuelta, con cerca de veinte puntos por encima de cualquier otro).
El segundo hecho de relevancia, es el evidente, repentino y sorpresivo, declive del Frente Amplio en los últimos metros de la carrera electoral, que tiene una sola explicación y que es intrínseca a las propias fuerzas de centro izquierda que lo componen (con esto quiero decir que es algo que influye más allá de la buena consideración popular que existe respecto al actual gobierno).
¿Qué ha sucedido en el tramo final de la campaña?. ¿Cómo explicarlo para que los hermanos argentinos lo comprendan rápido, sin hacer un tedioso tour por la historia política de los últimos sesenta años del Uruguay?
Ha pasado que hay en juego un PLEBISCITO, propuesto por la central sindical única Pit-Cnt, que ha dividido la interna de la centro izquierda como NADA lo pudo hacer desde su unificación (década del sesenta del siglo pasado) y la creación del Frente Amplio en el año 1971.
Ha pasado, para que se entienda, que de un lado está quedando una especie de «La Cámpora» (sectores sindicales, urbanos y universitarios retro-sesentistas) que impulsaron y apoyan el mencionado plebiscito (resumiendo groseramente: plebiscito sobre la Seguridad Social, edad jubilatoria, AFAPs – algo así como las extintas AFJP argentinas); y del otro lado, frente a esta «Cámpora Oriental», todo un arco republicano, integrado por todos los partidos de la coalición de gobierno, más los sectores moderados, socialdemócratas y sensatos del propio Frente Amplio.
Esta situación de división y fuego cruzado, ha «pinchado» enormemente al principal activo del Frente Amplio: su militancia de base: los anónimos que se movilizan, entregan listas, embanderan casas y autos, conversan al vecino y al compañero de trabajo, y un largo e histórico etc… haciendo que hoy ya no sea tan clara la diferencia entre ambos bloques (Frente Amplio vs Coalición de gobierno)
¿Qué pasará?. Posiblemente esta «Cámpora Oriental» ya haya dinamitado las chances de que el Frente Amplio gane en primera vuelta, y también la posibilidad de obtener la mayoría parlamentaria en juego en la primera vuelta, principal argumento y caballito de batalla para el inexorable balotaje que le espera el último domingo de noviembre.
La moneda, que estuvo a punto de mostrar cara volvió a cobrar vida y está otra vez girando en el aire. Un error no forzado de esos que no se pueden cometer en escenarios tan ajustados, y que además pronostican un futuro poco auspicioso en términos de la unidad histórica de toda la izquierda uruguaya.
Sin más, y a la espera de los acontecimientos, saludos desde el país de PEÑAROL.
El Carboné – URUGUAY
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Imagen crèditos Corte Electoral Uruguay