«Mucho ruido y pocas nueces»

Film de la pelí­cula «Mucho ruido y pocas nueces»

Casi como si Shakespeare hubiese protagonizado el debate como fuente de inspiración antes de hacer su obra en 1612. Si el mismo estaba dirigido al electorado indeciso para darle la oportunidad de escuchar y comparar propuestas, se podrí­a conjeturar que se quedó con un ramillete de “más de lo mismo”. A decir verdad, las cuestiones fundamentales que versan sobre la dignidad humana y social:  trabajo y salario, educación, calidad de vida, salud, pobreza, redistribución de la riqueza, rol del estado, seguridad, entre otras, quedaron al vací­o.

Pasaron de largo interrogantes fundamentales en donde ambos candidatos evadieron. El humo de las chicanas e ironí­as, intentó tapar algo de este silencio:

Preguntas de Scioli a Macri:

  • “¿Quién pagará los “costos del ajuste?”
  • “Macri administra el distrito de ingreso per cápita más grande del paí­s. ¿Cómo justifica que haya crecido la mortalidad infantil?”
  • “¿Por qué votó en contra de la recuperación de YPF, de Aerolí­neas, de la creación de una empresa que ha dado agua potable y cloaca?”

Preguntas de Macri a Scioli

  • “¿Cuando la presidenta de la República dice que en la República Argentina hay 5 por ciento de pobres, 5 por ciento de personas en la pobreza, ¿miente o dice la verdad?
  • “¿Cómo puede ser que en ocho aí±os nunca hayas podido cumplir los 180 dí­as de clase, que siempre hayas tenido conflicto con los docentes, siendo vos que te definí­s un hombre confiable y de diálogo?”

Lamentablemente, estos espacios en blanco (entre otros) son fundamentales a la hora de darle credibilidad al candidato de cualquier proyecto polí­tico.

Las temáticas que se pusieron en juego, aparecen en el centro -no del discurso de campaí±a- sino del desarrollo trascendental de la persona y la sociedad. El posicionamiento y la toma de decisión sobre la pobreza, el sostenimiento de la educación, la mortalidad infantil, el rol del estado, y el desarrollo económico de los próximos aí±os, no pasa inadvertido pero aun así­ tampoco alcanza para ponerse a la moda.

¿Cuestión de “cómo”?

Interesante repasar y detenerse en la gama de propuestas (generales y particulares) lanzadas por cada uno de los candidatos. Al revisarlas, sigue ese gustito amargo, aquel saldo crucial a resolver: ¿Como lo harán?

En este sentido,  la economí­a está en el centro de escena; la pregunta maestra devora casi sin respiro: ¿COMO se hará para “desanudar” algunas cuestiones económicas que se viven?

El atraso cambiario, la inflación de 26 puntos, la creciente presión fiscal, la alta emisión monetaria que acelera la cantidad de pesos dando vuelta en relación a la baja cantidad de reservas en el Banco central, el aumento del gasto público y el derrumbe del superávit comercial son algunos elementos económicos que dan cuenta de un panorama necesario a resolver. Diferente en sí­ mismo al del 89, al del 2001 y al del 2003. La ilusión de “estamos igual que antes” es completamente errónea. La historia proporciona herramientas para entender y resolver cuestiones del presente y futuro, pero seleccionar los hechos y sacar de contexto lo sucedido puede llevarnos a cometer errores indiscutibles.

Escuchar el debate del domingo y creer que “vamos a estar en forma comiendo pochoclos y tirados en el sillón” serí­a subestimar a la ciudadaní­a y quitarle (quitarnos) la posibilidad de debatir la calidad de vida que se juega en el 2016.

La cuestión del “Cí“MO” se vuelve crucial a la hora de decidir. Porque al elegir, aparece la responsabilidad de sostener lo elegido, aun considerando la posibilidad de error, en un marco de tolerancia y apertura.

IcebergPoner de moda a los argumentos

Hablar de calidad democrática es poner en escena la cuestión del cómo. En donde la ciudadaní­a irrumpe reclamando y participando en el intercambio de los argumentos de trasfondo. En la era mediática globalizada, la hiper información y la abundancia de opinión actualizada segundo a segundo puede ‘quitarle espacio´ a los debates de fondo. La punta del iceberg, no contempla la totalidad del iceberg en sí­.

Hablar de calidad democrática es construir legitimidad, que si bien los candidatos buscan que la palabra sea “insumo electoral”, nosotros, como ciudadanos, tenemos el derecho a exigir datos públicos actualizados, en transparencia y fidedignos para “chequear”  las acciones, y más aún si se tiene la posibilidad de comparar gestiones polí­ticas llevada a cabo por cada uno de ellos.

DeabateArgentina instala la pregunta, el intercambio y la movilización como instancias fundamentales dentro de la construcción de nuestra cultura democrática.

Como sociedad se nos abre la oportunidad y el desafí­o de seguir profundizando en la concepción de calidad democrática en momentos electorales . 

En pos de poder afirmar, luego de cualquier debate:  “muchas nueces y poco ruido”.

 

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