Claves para entender lo que pasa en Tucumán

Hoy los ojos del paí­s están puestos en esta pequeí±a, pero poblada, provincia tras unos comicios que contaron con las vicisitudes que todas las elecciones en la Argentina cuentan -oposiciones que reniegan de los resultados electorales, oficialismos que abusan del aparato estatal- pero a los que se sumaron hechos agravados de violencia polí­tica, graficados en la quema de más de 40 urnas. Oficialismo, opositores y prensas partidizadas seí±alan culpables, pero nadie asume responsabilidades; en el medio la ciudadaní­a movilizada se desgasta sin recibir propuestas de una mejora en la calidad intencional. Por Javier Tejerizo.

Crédito: Luciano Billone
Crédito: Luciano Billone

En las siguiente lí­neas buscaré describir como se comportaron los actores polí­ticos, adelanto que fue irresponsablemente, en un contexto de polarización electoral, generando una situación de violencia polí­tica que aún sigue irresuelta; y que lo seguirá en la medida de que no se determinen soluciones para el beneficio de la ciudadaní­a y no sólo de los interese polí­ticos de los actores locales y nacionales.

Oficialismo provincial irresponsable: A pesar de que era una elección en las que tení­as las claras de ganar no escatimó prácticas de violación de la competencia electoral: autos llevando votantes (claramente identificables), repartida de bolsones (un periodista cubrió un de estos eventos y fue agredido), etc. Acciones mucho más graves fueron aquellas destinadas a violentar la voluntad popular: fiscales modificando el contenido de las urnas y quema de urnas. Si bien no se puede culpar directamente a la cúpula del FpV de estas acciones, otras actitudes que demuestran una falta de respeto a la calidad institucional sí­, en particular se destaca la falta de respeto que implica montar en la casa de gobierno la sede de los festejos partidarios.

Oposición provincial irresponsable: tampoco escatimó prácticas irregulares, es más, fueron los primeros en quemar urnas durante el dí­a del comicio. Asimismo, inundaron las redes sociales con denuncias de fraude, muchas infundadas y otras con pruebas montadas. Terminado el comicio solicitaron repetir la elección; actitud que se modificó al constatar que habí­an obtenido las 4 intendencias más importantes; ahora sólo era necesario repetir la elección de gobernador.

El sistema electoral: el problema de Tucumán va más allá del tipo de boleta, la provincia no ha realizado ciertas actualizaciones que se han aplicado incluso a nivel nacional. En primer lugar se vuelve necesario pensar en un sistema de primarias a nivel local, el sistema de acoples (los ejecutivos puede presentar tantas listas de legisladores como partidos conformen la alianza) no sólo hace que las opciones dentro del cuarto oscuro sea infinito, sino que tampoco promueve la formación de concesos intra-partidarios. En segundo lugar, y mucho más importante, la necesidad de elecciones intermedias. Tucumán vota todas sus autoridades una vez cada 4 aí±os, sin PASO, ni segunda vuelta, la jornada se ve colmada de expectativas que el sistema electoral no logra canalizar sin violencia.

La fractura del PJ: debemos tener en cuenta que la elección fue en gran medida competitiva debido a la divisiones internas del peronismo que llevaron al alejamiento de Domingo Amaya, intendente de la capital. Alperovich, quien controla la estructura del partido a nivel provincial, desestimo realizar internas y selecciono ví­a “dedazo” a Manzur como su heredero. Amaya ante este panorama se terminarí­a acercando a la oposición, brindándole la estructura necesaria como para ser competitiva, en particular en la Capital (que seguirá siendo gobernada por el peronismo, aunque disidente).

Polarización: la fractura del PJ derivarí­a en la conformación del Acuerdo del Bicentenario (CC, PS, UCR, PRO, PJ no oficialista, etc), que en conjunto con el FpV se llevarí­an más del 90% de los votos. La polarización serí­a hacia los extremos, impulsadas por campaí±as extremadamente negativas (por no decir “sucias”). Esto, sumado a la promoción de múltiples encuestas que daban a ambos sectores como ganadores, anticiparí­a la dificultad de aceptar cualquier resultado  tanto para los candidatos y militantes como para la población en general.

Elecciones nacionales: como si la provincia no tuviera suficientes problemas por su cuenta, se suma el marco nacional. Los presidenciables tení­an fuertes expectativas en la última elección importante antes de las generales (falta Chaco, pero en dicha provincia hubo primarias y es esperable la victoria del FpV) y esto multiplicó la cantidad de actores que también se manejarí­an de manera irresponsable en busca de proyectar sus propios intereses. Los medios también jugaron su partido aportando información fragmentada y tendenciosa.

Reflexiones

El contexto y la actitud de los actores, en particular la clase polí­tica tucumana, propiciaba una resolución violenta. El mayor problema es que pasados los comicios estas condiciones no varí­an y se suma una población movilizada, la cual debe ser canalizada de manera positiva para evitar mayores hechos de violencia.

En Tucumán la oposición debe reconocer lo que determine la justicia y liderar de manera positiva a la ciudadaní­a movilizada para plantear consensos para el futuro de la provincia, en particular en pos de revisar el sistema electoral. El oficialismo debe dejar de reducir eventos tan graves como la quema de urnas por considerarlos menores, en relación al impacto electoral, u operaciones polí­ticas. Serí­a bueno que todos asumieran sus responsabilidades en su medida, teniendo en cuenta que siempre el oficialismo tiene una carga mayor por ser Estado.

A nivel nacional la oposición aprovechó para instaurar el debate relativo a la Boleta íšnica, lo cual es bueno. Pero no podemos dejar de mencionar que el Frente Renovador habló de fraude en Salta con el sistema de Boleta íšnica Electrónica (BUE), el Pro en Santa Fe con el sistema de Boleta íšnica por categorí­a y la UCR (dentro de ECO) también cuestionó la aplicación de la BUE en capital; por lo que vemos un patrón de denuncia previa y durante las elecciones, pero poca denuncias formales ante la justicia pasados los comicios, sin importar el sistema de boleta utilizado. Estas prácticas sólo ayudan a deslegitimar los procesos electorales. Por su parte, los oficialismos abusan de los Estados, el mayor ejemplo es que De la Sota, Macri, Rodrí­guez Saá y Scioli se encuentran denunciados ante la justicia por hacer propaganda electoral con el aparato comunicacional de sus respectivos gobiernos.

Todos seí±alan y buscan culpables, pocos se hacen responsables. Todos los actores polí­ticos parecen haber ganado algo de la situación, mientras que los tucumanos nada. Tucumán es tal vez hoy el ejemplo más burdo de lo peor que pasa a nivel polí­tico y electoral en la Argentina.

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