í¢â‚¬Å“El sistema electoral no puede ser permeable a la narcopolí­ticaí¢â‚¬Â

Interesante entrevista a Hernán Rossi (UNEN), legislador de la Ciudad de Buenos Aires (UNEN) realizada por Leandro Querido para el sitio Noticias Electorales. En la la misma Rossi reflexiona sobre el avance de la narcopolí­tica en nuestro paí­s.

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Leandro Querido: la narcopolí­tica parecí­a algo lejano, sin embargo las fronteras se han expandido. ¿Cómo estamos en nuestro paí­s?
Hernán Rossi: al hablar de narcotráfico lo que nos tranquilizaba era pensar en que jamás serí­amos Colombia o México. Sin embargo Argentina es un paí­s que tiene un enorme potencial para construir su propio monstruo. Ya no se puede minimizar este tema, debemos pensar cómo actuar frente a la amenaza de la narcopolí­tica y actuar en consecuencia.

Esto, sin excluir la cuestión de cara a las elecciones próximas que se avecinan, es decir, que no es un problema tan futuro sino más bien ya presente. Las alertas tempranas y yo dirí­a que ya no tan tempranas suenan por todo el territorio del paí­s. Asistimos impávidos a la consolidación de un multifacético fenómeno narco hecho en casa. En ningún lugar del mundo el monstruo del narcotráfico nació grande y nosotros no seremos la excepción. Sin embargo, hay que anotar una diferencia: gracias a las experiencias recibidas desde afuera, al recorrido interno y a una corrupción sin lí­mites, el nuestro será muy precoz. No podemos saber a ciencia cierta, aunque imaginarlo nos alarma, cómo nos afectará este fenómeno en nuestra cotidianeidad, cuando notemos cómo se descarga la violencia narco sobre los ciudadanos. Para nosotros suena lejano o resulta anecdótico que lleguen a limitar nuestros movimientos, a influir en nuestro estilo o forma de vida, o a hacer directamente peligrar nuestras vidas, pero serí­a torpe decir que los asesinatos de los colombianos en nuestras calles nos son ajenos, que no nos pertenecen, serí­a torpe decir que no tenemos un caldo de cultivo propio radicalizado por la pobreza, que nutre y da fuerza a organizaciones diversas pero con objetivos idénticos.

 

LQ: hay muchos puntos de conexión entre la polí­tica y el crimen organizado vinculado a la droga.
HR: el narcotráfico, en todas sus formas, es ya una amenaza para la seguridad de todos. Las conexiones entre la efedrina y las toneladas de cocaí­na que parten hacia Europa, entre el pequeí±o vendedor  de barrio y el narcotraficante organizado, entre la droga que ingresa en tránsito y la que se produce aquí­, serán cada vez más claras. Una mirada global al problema nos informa acerca de su real dimensión y de su increí­ble potencial destructivo. El narcotráfico al fin de cuentas no es solo una actividad sino que es una forma de ser, una forma de ser capaz de permear a todos los sectores de la sociedad aun sin que estos se vinculen directamente con él. Si lo dejamos avanzar recuperar a nuestros nií±os y jóvenes será una tarea casi imposible. La cultura de la transa imperará en todos los ámbitos y será muy difí­cil de erradicar. El primer paso es reconocer que el fenómeno existe y muchas veces se encuentra mezclado con quienes nos gobiernan, nos legislan, o imparten justicia. Hago una comparación para intentar la comprensión y apropiación del tema, que no se piense más que aquí­ no ocurre nada, que no merece la pena alarmarse tanto. La vinculación entre narcotráfico y polí­tica está instalada hoy, no es un asunto del futuro. De elegir bien a nuestros gobernantes, ahora en las próximas elecciones, depende el futuro del paí­s. Un paí­s cuya mayor amenaza es precisamente el fenómeno narco. Pero esto no es solamente responsabilidad del votante. El sistema electoral debe ayudarlo. Ofrecerle garantí­as, impedir el paso a la financiación del narcotráfico y tener todos los elementos e instrumentos de la ley para ser duros con ellos una vez que esto ocurra.  En este sentido el trabajo legislativo, está claro, es de vital importancia y nuestra responsabilidad es histórica. Hay que preguntarse ¿por qué Argentina es un paí­s que trata el tráfico de una manera tan amplia que mete en una misma bolsa a la mula y al crimen organizado? ¿por qué tiene una pena mí­nima tan baja igual para unos y otros? ¿Dónde está la adecuada protección a los más vulnerables que tanto se pregonó en estos dí­as? El contrabando de estupefacientes tiene aquí­ una pena mí­nima de cuatro aí±os y medio, solo seis meses más que la pena mí­nima por comercialización interna, y la tentativa tiene la misma pena que el delito consumado. En la práctica estamos lejos de otros paí­ses que han logrado modernizar sus legislaciones en vista de que durante décadas poco y nada ayudaron a reducir el fenómeno. La ley vigente de drogas data de 1989 y se conserva casi igual a la de 1974. ¿Qué nos lleva a tener una ley obsoleta que en nada tiene en cuenta los cambios que se han dado en el negocio del narcotráfico en el mismo lapso? ¿por qué el nuevo Código Penal tampoco plantearí­a un avance en la materia sino todo lo contrario? La mí­nima bajarí­a a tres aí±os y la máxima pasarí­a de quince a diez. Tener una de las penas mí­nimas más bajas de América latina es una amplia invitación al narcotráfico de la que nos deberemos liberar. Es una invitación amplia puertas afuera y puertas adentro. Para el narco que llegó y trae en tránsito miles de toneladas de cocaí­na hacia Europa ¿qué le impide dejarle unos cuantos quilos a alguien?, por ejemplo para comercializarlos en Rosario, que está tan violenta en estos dí­as. Ustedes creerí­an que esta persona debe ser condenada nada más que unos cuantos aí±os porque no tiene relación alguna con la organización transnacional para la que trabaja. ¿No será posible que la información que él tenga hasta donde le sea posible es vital para llegar hasta los verdaderos narcos? Entonces ¿no vale la pena endurecerse y establecer otros mecanismos de protección y beneficios para los pequeí±os de la cadena?

 

LQ: da la sensación que se le da muchas ventajas a esta actividad.
HR: es así­ y falta trabajo aun sobre el tema. Pero lo real, lo que sí­ quiero afirmar con toda convicción es que en Argentina el riesgo que implica el ejercicio del narcotráfico es demasiado bajo. Es cierto que las penas mí­nimas altas generalmente responden a las presiones sociales y quienes miramos el problema desde una óptica progresista sabemos que nunca se resuelve a través de la amenaza de castigo una realidad social vinculada a la necesidad y a la exclusión. Es cierto, pero cuando hablamos de narcotráfico no hablamos de estas realidades. Hablamos de una actividad que tiene sus representantes en Europa, en América latina, Estados Unidos y diversas partes del mundo. Lo que evalúan los narcotraficantes es la flexibilidad y permeabilidad de las autoridades y de los sistemas de control, pero la pena en la expectativa también influye. La penalidad prevista para el delito pasa a ser parte del riesgo empresario del narcotraficante. Si la posibilidad de corromper funcionarios es igual en Brasil que en Argentina se terminará decidiendo por aquel paí­s donde sea más bajo el riesgo de ser atrapado. Ese paí­s lamentablemente somos nosotros.

 

LQ: ¿el gobierno nacional reconoce este problema?
HR: la presidente Cristina Fernández afirma que Argentina no es productor y polí­ticamente lanza la cuestión hacia afuera, hacia la región y los grandes consumidores. La presidente está desactualizada porque sabemos que somos productores, que hay cocinas de droga en nuestros asentamientos y villas. Nuestro paí­s es hoy el tercer gran exportador de cocaí­na del mundo detrás de Colombia y de Brasil. ¿Cómo llega un paí­s a ocupar semejante lugar del ranking? Si sumamos esto a los rumores y denuncias, como la que hizo hace unos dí­as la jueza Servini de Cubrí­a cuando alertó cobre el nexo entre narcos y la Casa Rosada, tenemos que Argentina quizás no sea Colombia ni aun México, pero por el colador legislativo y judicial que tenemos sin mencionar el fronterizo se nos cuelan peces de todos los tamaí±os y colores. Y se aprueban leyes de blanqueo que ayudan a volcar dineros sucios a la economí­a formal. En cuanto a la comercialización interna serí­a interesante debatir sobre la formación de fiscalí­as federales especializadas con alcance en todo el territorio nacional que nos informe de la acción delictiva de una persona en la Capital Federal pero también en Santa Fe o en Corrientes, así­ serí­a más sencillo ver las redes y castigar apropiadamente a los narcos y perseguir el andamiaje detrás de una simple mula.

 

 

LQ: el aí±o que viene tenemos elecciones, de hecho la campaí±a se ha adelantado, ¿considerás que puede darse una influencia de la narcopolí­tica en el proceso electoral?
HR: estamos en las previas de unas elecciones llenas de rumores sobre financiamientos y nexos indebidos de diversos tipos. Personalmente no me resigno a que la ciudadaní­a tenga que debatirse sobre figuras principales que encabezan las encuestas de opinión sobre quienes caen duros cuestionamientos éticos. Es grave pensar que votar por un corrupto es mejor que votar por un corrupto al que también se endilgan nexos con el narcotráfico. Vale recordar que es por un sistema corrupto que el narcotráfico ha prosperado tanto en los últimos aí±os en el paí­s. Nada sobre ellos está probado y probablemente nada se pruebe. Pero con la duda deberí­a ser suficiente para abstenerse de mantenerlos en el poder. Solo basta mirar el territorio polí­tico que dominan y cómo los distintos estamentos del narcotráfico han llegado a infiltrarse desde las villas hasta Nordelta. Estamos a tiempo de frenar sus avances, de cerrarles el paso. Los efectos nefastos del narcotráfico y su connivencia con la polí­tica están sobre nosotros. Menciono solo los ataques que hace poco se llevaron a cabo sobre el gobernador de Sante Fe o las fuerzas policiales que custodiaban el terreno recuperado en Villa Lugano aquí­ en nuestra ciudad hace pocos dí­as, lo cual marca un cambio significativo en el modus operandi de los delincuentes y su modo de accionar desde un nuevo lugar de poder. Si no reaccionamos nuestros hermanos que han quedado fuera del sistema serán la mano de obra calificada para estas organizaciones en sus distintas dimensiones. Serán nuestros propios sicarios. Los que nos enví­en el mensaje que otros nos quieren imponer. Y nuestros policí­as la carne de caí±ón, mientras unos pocos se enriquecen más arriba en total impunidad. Los hechos que traigo como ejemplo son completamente inéditos. Nunca antes habí­amos visto esto en nuestra ciudad y en la Argentina. Nunca antes habí­amos visto que los delincuentes se atrevieran a amedrentar de esta manera o que se disputara el monopolio estatal de la fuerza pública, preparando un ataque para recuperar la posición perdida. Sí­ hubo otras confrontaciones, pero nunca así­ con tanta desfachatez y violencia. Como sociedad estamos normalizando la llegada de los capos del narcotráfico internacional a la Argentina.

 

LQ: esto último podrí­a representar un avance.
HR: No es tan así­. Si bien se han detenido hombres pesados ninguna de estos arrestos han sido mérito de investigaciones argentinas, sino que lo han sido por pedidos de extradición de los Estados Unidos. Y la triste realidad es que bien estudiado se nota que existí­an suficientes alertas para que se los hubiera investigado. No podemos seguir admitiendo que narcos de esta talla y sus familias vivan en Argentina con un presupuesto de más de 100 mil dólares mensuales en las casas más llamativas de Nordelta. Todo conjugado con la falta absoluta de capacidad de  justificación de los egresos mensuales. Hay que poner en la mira no solo el narcotráfico sino también el aprovechamiento del dinero que producen, esto es, el lavado. Quien crea que una dictadura ya no será posible en este paí­s, se equivoca. Al amparo de la polí­tica, de esa mirada cortoplacista y obtusa que por el placer del poder de un dí­a está vendiendo el paí­s, otra mucha peor o tanto está por venir.

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