Cinco preguntas a De Luca: Con las primarias habrá una reducción del número de partidos que competirán por los cargos

El académico Miguel De Luca, profesor en la Universidad de Buenos Aires e investigador en el CONICET, conversó con Argentina Elections-Elecciones Argentina sobre las primarias del próximo domingo y en un detallado análisis, dijo que «una consecuencia importante será la reducción del número de partidos que competirán en los comicios para presidente y vice pero, sobre todo, de la cantidad de listas partidarias que confrontarán para los cargos de senador y diputado nacional». Si quiere conocer más de las primarias y sus consecuencias en la polí­tica argentina, lea el texto completo de la nota.

 

La entrevista forma parte de la serie “Cinco preguntas a… Los académicos tienen la palabra” que realiza el equipo de Argentina Elections – Elecciones Argentina a varias figuras del ambiente académico nacional e internacional para analizar los comicios de 2011. Para ver el resto de las entrevistas, visite esta página: https://argentinaelections-com.preview-domain.com/2011/08/cinco-preguntas-a-los-academicos-tienen-la-palabra/

Contribuyen en la serie: Juan Cruz Fernández, Mariano Machado, Luciano Romero Mascarell, Mariela Szejnfeld Sirki

Crédito de la foto: cedida  por la entrevistada

NdlR: En el caso del Dr. De Luca, hemos trabajado sobre tres preguntas solamente dado que en las respuestas incluyen parte de las respuestas a las otras preguntas. Disculpen el tí­tulo capcioso.

Hugo Passarello Luna: ¿Cómo cree Ud. que impactan las modificaciones a la reglamentación electoral en la democracia interna de los partidos, en relación a las experiencias previas?

Miguel De Luca: Ante todo, destacarí­a las caracterí­sticas generales de las PASO, las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. Se trata de una convocatoria electoral imperativa y concurrente, a todos los partidos polí­ticos y a los todos ciudadanos, para la selección de candidatos a presidente y vice de la república, y a senadores y diputados nacionales. Constituye una experiencia con pocos antecedentes, tanto en nuestro paí­s como en el resto del mundo. En la gran mayorí­a de las democracias la nominación de postulantes a cargos públicos no está regulada por una ley, sino que es una cuestión resuelta en forma autónoma por cada partido polí­tico.

Sólo el vecino Uruguay, y recién desde fines de los aí±os noventa, registra un procedimiento similar a nuestras PASO. En el plano nacional tuvimos las primarias obligatorias sancionadas por el Congreso en 2002, pero que sólo funcionaron –y poco satisfactoriamente-  para los comicios de 2005, puesto que fueron suspendidas para las elecciones de 2003 y derogadas finalmente en 2006. Y en el nivel provincial contamos únicamente con la muy reciente experiencia de Santa Fe, cuyas primarias obligatorias se celebran apenas desde 2007. Por lo tanto, cualquier proyección que se realice sobre sus consecuencias e impactos es de carácter preliminar y debe tomarse con mucha precaución. Adicionalmente, varios de los efectos que los analistas avizoran sólo se apreciarán luego de dos o más experiencias con las PASO persisten, es decir, se desplegarán a consecuencia del “aprendizaje” y de la evaluación de esta experiencia por los lí­deres polí­ticos, los partidos y los votantes.

Con estas aclaraciones, puede indicarse que las PASO debieran provocar un impacto sobre el proceso de selección de candidatos en varios planos. Primero, al tratarse de primarias abiertas, los afiliados a los partidos tendrán un peso menor en la decisión de los postulantes presentados por su organización. En consecuencia, por ejemplo, aspirantes con más o mejores recursos para captar el voto de los no afiliados contarán con mayores posibilidades de desafiar con éxito a candidatos más identificados con las propuestas del partido pero, quizá, con menores recursos para competir en la primaria. En este 2011 las candidaturas únicas para cargos de presidente y vice bloquearon un escenario como el planteado, pero un primer laboratorio sobre este rasgo, incipiente, podrá apreciarse en esta misma oportunidad en aquellos distritos donde las primarias serán competitivas para cargos legislativos.

En segundo lugar, al tratarse de primarias simultáneas, las organizaciones partidarias provinciales perderán el poder para fijar el calendario electoral. En los casos en que estas organizaciones controlan el gobierno provincial, el gobernador carece ahora de una importante ventaja para establecer no ya cómo sino cuándo será la selección de postulantes al congreso nacional. Y, como bien se sabe, manejar el timing, sincronizar los tiempos, es siempre muy importante. Tercero, la simultaneidad, combinada con el umbral ineludible del 1,5% para participar en la elección general, mitigará –aunque sólo en parte- la posibilidad del efecto “invasión”, es decir, que militantes, afiliados y simpatizantes de un partido voten en la primaria de otro partido con el objetivo de promover un resultado más beneficioso en vistas a la elección general (contribuir al triunfo de un rival menos competitivo).

En cuarto término, la simultaneidad también debiera incentivar, en las sucesivas primarias, la reorganización de corrientes intrapartidarias nacionales, un fenómeno polí­tico común en los aí±os ochenta y noventa, pero hoy inexistentes.

Quinto, un comentario sobre la obligatoriedad. Esta disposición supone cierto lí­mite al enorme poder de los dirigentes partidarios provinciales, en particular los gobernadores, en el proceso de selección de candidatos. En las primarias de antaí±o, por su caracterí­stica de facultativas, el peso de los aparatos partidarios resultaba, en la mayorí­a de los casos, decisivo para triunfar en la elección interna. Gracias al aparato, los candidatos podí­an movilizar a la mayor parte del electorado participante en la interna. El carácter obligatorio de las primarias debiera amortiguar en cierta medida la influencia del aparato en el resultado de la elección o, por lo menos, mejorar las condiciones de competencia para quienes decidan desafiar a quienes dominan la maquinaria provincial.

Sexto, una observación sobre el cronograma PASO-elecciones generales. En este punto, las PASO presentarán un importante desafí­o organizativo para los partidos. Las fuerzas polí­ticas dispondrán de muy poco tiempo para superar las tensiones y conflictos que suelen darse en toda pugna por las candidaturas y así­ mostrarse unidos y fuertes en la campaí±a electoral. En algunas ocasiones, una interna “a cara de perro” o un escrutinio con resultado reí±ido, desembocó en peleas entre dirigentes y militantes, afectando el desempeí±o del partido en la votación general.

Por último, estas PASO también presentan ciertas continuidades con la experiencia de las internas de los aí±os ochenta y noventa. En la misma tendencia que se registraba cuando las primarias no eran obligatorias, los partidos en la oposición resultan mucho más proclives a celebrar internas competitivas (es decir, con dos o más listas en pugna) que las organizaciones partidarias en el gobierno. Para decirlo en pocas palabras, el status institucional, ser oficialismo u oposición, impacta sobre el nivel de competencia intrapartidaria, independientemente del partido que se trate.
HPL: ¿Qué efecto tendrá la reforma polí­tica en el sistema de partidos?

MDL: Las PASO no sólo determinarán qué aspirantes presentará cada fuerza polí­tica en los comicios de octubre próximo, sino que también configurarán la oferta electoral para esa elección, puesto que quedarán excluidos de la competencia general los aspirantes que no alcancen el apoyo del 1,5 por ciento de los votos (nacionales o de distrito, según el cargo en disputa). Por lo tanto, una consecuencia importante será la reducción del número de partidos que competirán en los comicios para presidente y vice de la república pero, sobre todo, de la cantidad de listas partidarias que confrontarán para los cargos de senador y diputado nacional.

Ciertos precandidatos a la presidencia lograrán superar el requisito del 1,5 por ciento de los votos nacionales, pero muy probablemente en varias provincias sus propias listas de postulantes al senado o a la cámara de diputados de la nación no alcanzarán ese umbral en el nivel distrital. En consecuencia, en el cuarto oscuro de esas provincias ese partido tendrá presencia pero con una “boleta corta”: la “fórmula presidencial” sin el acompaí±amiento de competidores para cargos parlamentarios. En las elecciones presidenciales de 2003, de las 18 fórmulas presidenciales sólo cinco superaron con holgura la barrera del 1,5%.

Para algunos observadores, este antecedente debiera ser tomado con cuidado, por las caracterí­sticas atí­picas de esa votación. Sin embargo, cuatro aí±os más tarde, se registró una pauta muy parecida. En efecto, en la votación presidencial de 2007, compitieron catorce fórmulas, pero sólo cuatro lograron superar con comodidad la barrera del 1,5%: CFK-Cobos, Carrió-Giustiniani, Lavagna-Morales y Rodrí­guez Saá-Maya.

Ciertos partidos y lí­deres polí­ticos han tomado conciencia sólo muy recientemente de este efecto de la Ley de Reforma Polí­tica sobreel sistema partidario. Fenómenos como la candidatura a gobernador bonaerense de Adolfo Rodrí­guez Saá o el furor en las redes sociales de “Un milagro para Altamira” (por el lí­der del Partido Obrero) se fundan, precisamente, en el cálculo o la previsión de este impacto de las nuevas reglas sobre la competencia interpartidaria.
HPL: ¿Y en el electorado?

MDL: Para el electorado más joven las primarias son, ante todo, una novedad. En los aí±os ochenta y noventa los partidos mayoritarios celebraron de forma periódica elecciones internas para seleccionar candidatos. La convocatoria a primarias, por ejemplo, resultó una de las novedades más importantes en el peronismo durante el ascenso de los denominados  “renovadores” y la posterior irrupción y consolidación del liderazgo de Carlos Menem. Y, por supuesto, “la interna” ha sido siempre la predisposición natural en la Unión Cí­vica Radical. Sin embargo, desde 2001 en adelante la nominación de postulantes ví­a primarias se convirtió en un fenómeno poco frecuente en todos los partidos, básicamente por tres motivos.

En primer lugar, las primarias acusaron el golpe de la devaluación de las etiquetas partidarias y, particularmente, de la evolución del sistema de partidos. En algunas provincias, las escasas probabilidades de los partidos opositores no ya de triunfar sino de lograr algún cargo legislativo, indujeron a sus lí­deres a promover los compromisos intrapartidarios y olvidar las primarias. Segundo, en algunos dirigentes se hizo cada vez más extendido el reconocimiento de que resultaba prácticamente inútil el intento de derrotar al caudillo partidario provincial en una votación interna, dada la desproporcionada ventaja de recursos a disposición de éste (en particular cuando controlaba la gobernación).

 

En consecuencia, se convirtió en común la tendencia a que la fracción partidaria minoritaria desistiera de desafiar al “jefe”, se escindiera -con frecuencia sólo transitoriamente- y se presentase en los comicios generales con otra denominación (la de un partido creado especialmente por la fracción o la de uno minoritario ya existente y “alquilado”) o integrase una coalición enfrentada a la lista oficial del partido. Todo ello con la aspiración de obtener un cargo considerado imposible de alcanzar participando en la primaria. Tercero, en 2009 el gobierno nacional obtuvo apoyo parlamentario para adelantar el calendario electoral, forzando a los partidos a resolver sus candidaturas antes de lo previsto. Tal circunstancia obligó a saltear las internas y concentró las decisiones en los lí­deres.

Por estos tres motivos las primarias declinaron notoriamente en la etapa post 2001 y especialmente en los dos comicios generales previos a la sanción de la Ley de Reforma Polí­tica. A excepción de 1983, los porcentajes de candidatos por partidos relevantes designados a través de este método en 2007 y 2009 resultaron más bajos que los de cualquier otro aí±o.

Como cualquier novedad, también, es esperable que en este primer ensayo los niveles de votos nulos o en blanco sean mayores que en las experiencias pasadas. No sólo porque sufragarán una gran cantidad de jóvenes no habituados a las primarias, sino porque en las internas de los ochenta y noventa participaba en forma voluntaria una proporción reducida del padrón electoral: aquella especialmente interesada en hacerlo y con facilidades para movilizarse hasta los centros de votación.

Por otro lado, cabe seí±alar que las PASO también proporcionarán información a los lí­deres polí­ticos, a los militantes y a los votantes: permitirán conocer en forma clara y precisa cómo se distribuyen las preferencias de la ciudadaní­a. Esa información será muy valiosa para los actores polí­ticos pero también para la ciudadaní­a, especialmente si se la considera como un retrato de la opinión pública en una determinada coyuntura y no como una “anticipación” de lo que podrí­a suceder en los comicios generales.

Por último, algunos analistas han seí±alado el riesgo de la saturación de elecciones y su potencial impacto negativo sobre la concurrencia a las urnas o más, en general, sobre la generación de un hartazgo por la profusión de comicios y sus correspondientes campaí±as proselitistas. Si bien este fenómeno no parece significativo en las PASO del 14 de agosto, resultarí­a conveniente que los gobiernos nacionales y provinciales coordinen los calendarios electorales a futuro, con el objetivo de simplificar el número de consultas a la ciudadaní­a. En Córdoba, por ejemplo, este aí±o habrá cuatro consultas electorales celebradas en distintas fechas: gobernador y legisladores provinciales, autoridades municipales, PASO y elecciones nacionales. A las cuales podrí­a sumarse una quinta si hay doble vuelta en los comicios presidenciales. Igual cantidad de consultas también podrí­a darse en la ciudad de Buenos Aires.

 

¿Quién es?

Miguel De Luca es profesor en la Universidad de Buenos Aires e investigador en el CONICET, especialista en temas de gobierno, participación polí­tica y procesos electorales.

 

Entrevista por Hugo Passarello Luna

 

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