Los medios nos muestran otra estrategia dentro de la campaña de UNA. El candidato presidencial, guiado por sus asesores de campaña, buscó desestructurar su imagen de una buena forma: Fué a la cancha a ver a la selección argentina, gritó los goles, hizo su análisis del partido y hasta cantó el olé-olé.
Lavagna fue a ver a la Selección y llenó de elogios a Riquelme
Clarin
14 de Octubre
Desde el palco, vestido de sport, acompañado por amigos y sin exhibir la frialdad que caracteriza a los economistas, Roberto Lavagna gritó ayer los dos goles de Argentina frente a Chile y hasta se animó al cántico del «ole» que impulsaba la popular en los momentos más salientes de Messi. Para sus colaboradores, promotores de la iniciativa, fue una buena manera de que el candidato presidencial se mostrara descontracturado, cerca de la gente y, por qué no, de ganar nuevos votantes rumbo al domingo 28.
Lavagna tuvo una tarde de gloria futbolística. No sólo porque el triunfo de la Selección de Alfio Basile fue inobjetable sino porque él se considera un «Riquelmista» de la primera hora. Cuando se sentó en su butaca, antes del pitazo inicial, hubo testigos que lo escucharon defender a Riquelme a capa y espada. Por eso, no extrañó que, como en un duelo de fanáticos, en su grupo le anotaran dos porotos cuando el 10 infló la red.
«Es cerebral, pone la pelota donde la tiene que poner y es un gran organizador», lo definió el ex ministro en diálogo con Clarín.
í‚¿Qué análisis hace del partido?, le preguntó este diario, minutos después de los festejos en el Monumental. «Los primeros 25 minutos del lado de Chile se veía un equipo bien Bielsista, casi de pizarrón. Pero cuando Argentina hizo el primer gol, la cosa cambió. Empezaron a pesar las individualidades y aparecieron más espacios», comentó.
Pero Lavagna no sólo se deja seducir por las gambetas. «También me gustaron Demichelis y Mascherano», opinó. Como hincha de Independiente, se lo vio celebrar el ingreso del Kun Agí¼ero.
La campaña se mudó a la cancha
Eduardo Tagliaferro
Pagina 12
14 de Octubre
í¢â‚¬Å“Vamos Lavagnaí¢â‚¬Â, fue la primera cosa que escuchó no bien piso la vereda de la calle Udaondo, luego de franquear el portón del Tiro Federal donde había estacionado su automóvil. Con campera beige, buzo azul y jeans, Roberto Lavagna se aprestaba para ver a la selección argentina. Llegaba desde Escobar, donde había participado de una movida de campaña. En el Hospital zonal de Agudos Enrique Erill, había presentado su plan de salud. Lo esperaba una hora y media de fútbol y el saludo y reconocimiento de no pocos hinchas argentinos.
No había comenzado a dirigirse hacia el Monumental cuando desde una camioneta que se aprestaba a estacionar en el mismo predio en el que había dejado su auto, lo saludó el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. Fue un saludo a la distancia. Después de haber sorteado varias vallas y controles, cuando ingresaba al hall central del estadio, el hombre de seguridad que le recibe los tickets de entrada le advierte: í¢â‚¬Å“Cuidado que acaba de entrar Sciolií¢â‚¬Â. El guiño no terminó ahí. A las puertas del ascensor que lo llevaría hasta el palco 21, el control le pregunta algo al oído. Luego de que el ex ministro asintiera con su cabeza, se escucha que le dice: í¢â‚¬Å“Entonces como buen hincha de Independiente que soy, lo voy a votarí¢â‚¬Â. í¢â‚¬Å“Me parece que los hinchas del rojo están saliendo debajo de la alfombra. Somos más de lo que parecíamosí¢â‚¬Â, dice sonriente Lavagna, contento por la campaña de su equipo. í¢â‚¬Å“No saben si Pablo Aimar está en el bancoí¢â‚¬Â, pregunta irónicamente uno de sus acompañantes en el palco, que mostraba su molestia por la exasperante lentitud de Juan Román Riquelme. Luego del primer gol del Riquelme, Lavagna se da vuelta y busca al hincha de River, que apenas puede decir: í¢â‚¬Å“me sacaron de contextoí¢â‚¬Â. í¢â‚¬Å“Ya podés ingresar a la políticaí¢â‚¬Â, le responde el candidato. Vendrán los goles, el grito moderado que produce un equipo que a pesar de la superioridad no logra transmitir un gran fuego.
De los palcos vecinos no vienen saludos, ni ningún tipo de manifestaciones. El público vip está enfrascado en el espectáculo. El intervalo servirá para que el candidato repita que, a diferencia de Elisa Carrió, él tiene una estructura nacional de fiscales. Recurrentemente se encuentra respondiendo por la capacidad de su fuerza para fiscalizar la elección. í¢â‚¬Å“Por suerte lo tenemos a Eduardo Camañoí¢â‚¬Â, responde cuando tiene que hablar del tema. El entretiempo trae los spots de la campaña de Alberto Rodríguez Saá. í¢â‚¬Å“Ahí hay mucha plataí¢â‚¬Â, es el único comentario que se escucha en el palco. El partido se apaga sin sorpresas.
En la calle un grupo de personas de 35 años le pide fotos. Unos jóvenes repiten el pedido con un celular en la mano. í¢â‚¬Å“Yo lo voto Lavagnaí¢â‚¬Â, le dice un fan del rojo. La casualidad no lo cruzó ni con Scioli ni con el ministro Daniel Filmus ni con Carlos Tomada, que estaban cerca. El domingo será una jornada de descanso y el lunes vuelve a la campaña. Córdoba y Rosario serán sus próximas salidas del área metropolitana.