El «voto bipolar»

Yahoo! Noticias difunde otra nota escrita por Ana Gercheson sobre el proceso electoral.
En esta oportunidad la periodista se refiere al «voto bipolar» que es una muestra de la combinación entre la poca credibilidad ciudadana hacia los candidatos y la falta de partidos polí­ticos. Esta combinación termina generando votos que pueden ser diferentes a la hora de elegir localmente o nacionalmente.


Llegó el tiempo del voto cruzado
Yahoo! Noticias
Ana Gerschenson – jueves 04 de octubre, 04:49 AM
Se terminó el Boca-River en la polí­tica. Llegó el tiempo del voto bipolar o cruzado, según los politólogos vernáculos. En estas elecciones, los números muestran que más de la mitad de quienes votaron a Mauricio Macri en junio en la ciudad de Buenos Aires, van a elegir a Cristina Kirchner como presidente el 28 de octubre. Y es por eso que el presidente de Boca Juniors se cuidó durante la campaña porteña de no criticar demasiado al presidente. Este es un fenómeno nuevo, consecuencia directa de la crisis de credibilidad que desintegró a los partidos polí­ticos en el 2001.
En los 80, cuando se restableció la democracia, los votantes estaban divididos en dos grandes grupos: se era peronista o radical mayoritariamente. Incluso, aquel porcentaje menor identificado con la izquierda o la derecha elegí­a sin chistar a los candidatos que proponí­an sus partidos respectivos. Hoy todo cambió. Porque no sólo los votantes de Macri pueden terminar eligiendo a Cristina Kirchner a finales de mes, sino que también los mismos fueguinos que le dieron el triunfo a la primera gobernadora del ARI de la historia, Fabiana Rí­os, hace apenas tres meses, podrí­an no confiar en Elisa Carrió para el puesto de presidenta al ingresar al cuarto oscuro. O sí­. La misma dirigente del ARI admitió que muchos de sus votantes eran kirchneristas. También el gobernador electo de Santa Fe, el socialista Hermes Binner, que ganó con el 48,5 por ciento de los votos, no termina de involucrarse con la candidatura de Carrió, aunque su compañero de fórmula sea el también socialista Rubén Giustiniani. Y es que sabe que no existe más la transferencia automática de votos. Eso es tiempo pasado.
Hoy se elige a un candidato por afinidad, por carisma, por necesidad o simplemente porque í¢â‚¬Å“cae biení¢â‚¬Â, y no por su ideologí­a o plataforma polí­tica. Entre los argentinos que vieron cómo se derrumbaba el sistema polí­tico al tiempo que el helicóptero de Fernando de la Rúa se alejaba para siempre de la Casa Rosada, que salió a la calle golpeando cacerolas por el í¢â‚¬Å“que se vayan todosí¢â‚¬Â y no se fue nadie, hay un dato nuevo: el de la convivencia de antí­podas ideológicas en un mismo elector, en una misma persona.
Pero el cambio de conducta, contradictoria y pendular, no es mérito sólo de los votantes. Los dirigentes polí­ticos también viven una etapa de reacomodamientos y de asociaciones que combinan a todos con todos. Sino, í‚¿cómo se entiende que en la lista de diputados nacionales que acompaña la postulación a gobernador de un peronista de perfil conservador como Daniel Scioli vaya el socialista Jorge Rivas? í‚¿No es bipolar que Patricia Bullrich, una dirigente que pasó por el peronismo, por la Alianza y que coincidió con López Murphy, comparta boleta con algunos de los dirigentes de izquierda que siguen a Carrió? O que un peronista ortodoxo como Rodrí­guez Saá tenga el apoyo de un liberal de la Ucedé como Jorge Pereyra de Olazábal. O que peronistas como Jorge Sarghini deban abrazarse con radicales como Gerardo Morales, sólo porque todos buscan sobrevivir en el barco de Roberto Lavagna, justamente el primer candidato peronista que el radicalismo lleva desde su existencia. La lista podrí­a ser interminable.
Se vota por el menos malo, o por quien se cree que continuará con los lineamientos económicos, o por temor a otro derrumbe social. La ideologí­a, las propuestas, las plataformas, el í¢â‚¬Å“modelo de paí­sí¢â‚¬Â para el futuro cuentan poco. Si hasta las promesas son palabras sin sentido cuando son pronunciadas por polí­ticos en campaña, sean de la extracción que sean. Sólo basta recordar que el 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner prometió en su discurso inaugural en el Congreso que impulsarí­a una nueva ley de coparticipación, que los evasores usarí­an trajes a rayas, y que convocaba a la dirigencia a construir desde el consenso. Nada de eso sucedió, y ya se le termina el tiempo.
Los analistas intentan predecir el comportamiento de los votantes para el domingo de los comicios, y la realidad es que en muchos casos, hoy el voto se decide en el mismo cuarto oscuro, frente a las boletas ya impresas. Con el sobre en la mano, las razones para tomar una lista, doblarla y meterla en la urna pueden ser de lo más variadas. Y es en ese instante donde la izquierda, el centro o la derecha no sirven como guí­a frente a una dirigencia polí­tica revuelta y los partidosí¢â‚¬Â¦ partidos. Sólo quedan las ganas de creer que ese hombre o esa mujer tienen buenas intenciones para la Argentina de los cuatro años que están por venir.