La candidata del oficialismo será Cristina Fernández

El presidente intentará retomar la iniciativa polí­tica lanzando a su esposa luego de haber sufrido varias derrotas. El lanzamiento será en La Plata durante el mes de Julio.


EL NUEVO ESCENARIO POLITICO : DEFINICION DEL OFICIALISMO PARA LA ELECCION PRESIDENCIAL DEL 28 DE OCTUBRE
Cristina el 19 de julio lanzará su candidatura a presidenta
Lo hará ese dí­a en un acto en La Plata, donde será la única oradora. Así­ lo revelaron a Clarí­n fuentes oficiales. La decisión se tomó esta semana, tras un extenso diálogo entre el Presidente, su esposa y el jefe de Gabinete.
Clarin
La incógnita más importante del escenario polí­tico nacional quedó develada. El oficialismo definió su candidato para las elecciones presidenciales de octubre con el que buscará quedarse otros cuatro aí±os en el poder. Cristina Fernández de Kirchner lanzará su postulación el jueves 19 de julio, con un acto público en la ciudad de La Plata.
Según revelaron fuentes oficiales a Clarí­n, la decisión se tomó en esta semana, en una larga cena que compartieron en la Quinta de Olivos el presidente, Néstor Kirchner, su esposa y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
La definición sólo incluye en primera instancia a Cristina como candidata, pero se reafirmará la idea de la «concertación plural» que impulsa Kirchner. Con respecto al acompaí±ante, el Gobierno esperará a que después del 19 de julio haya un plenario de los radicales K -encabezados por los gobernadores- que nominarán al candidato a vicepresidente. Y se descuenta que el mendocino Julio Cobos serí­a el elegido para secundar a la senadora.
El lugar elegido para el lanzamiento es la ciudad que vio nacer a Cristina, además de la capital de la provincia que representa en el Senado. El kirchnerismo espera cosechar en el distrito bonaerense la mayor cantidad de votos posibles, ya que su volumen electoral es determinante para el resultado a nivel nacional.
Y además, el Gobierno intenta escaparle a la Capital Federal en una expresa toma de distancia de una ciudad que acaba de mostrar su hostilidad al kirchenrismo, al darle un holgado triunfo a Mauricio Macri en las elecciones a jefe de Gobierno porteí±o.
Aunque todaví­a faltan definir detalles como el lugar del acto en La Plata está definido que Cristina será la única oradora y la única que estará arriba del palco. Por su parte, Kirchner, los integrantes del Gabinete nacional, la mayorí­a de los gobernadores, legisladores nacionales y provinciales se sentarán en las primeras filas de una platea preferencial.
El Gobierno, y en particular Kirchner y su esposa, han cuidado hasta el mí­nimo detalle de la imagen de la candidata, antes y después de haber competido y ganado la elección a senadora contra Chiche Duhalde, hace dos aí±os, en Buenos Aires.
Luego de aquella campaí±a, la instalación de la figura de la senadora consistió en una serie de viajes al exterior que la tuvieron como protagonista y que incluyeron encuentros con presidentes como Jacques Chirac, Hugo Chávez, Michelle Bachelet y Rafael Correa, entre otros.
Las visitas al exterior se acentuaron en 2006 y en este aí±o. Cada oportunidad fue aprovechada para proyectar su figura en el esquivo ámbito internacional, como ocurrió el mes pasado en la asamblea de la Organización Internacional del Trabajo, el último de los viajes de Cristina.
La posibilidad de su candidatura, mencionada por el Presidente en casi todos los actos públicos de los últimos tiempos bajo la metáfora «pingí¼ino o pingí¼ina», comenzó a ser evaluada más seriamente a fines del aí±o pasado, tras la dura derrota que el kirchnerismo sufrió en Misiones a manos del obispo Joaquí­n Pií±a.
Además del freno a la reelección que tuvo el gobernador kirchnerista de Misiones, Carlos Rovira, dí­as después también cayeron los proyectos reeleccionistas de otros dos gobernadores oficialistas, el jujeí±o Eduardo Fellner y el bonaerense Felipe Solá.
En esos dí­as, Kirchner les dejó saber a sus colaboradores que la oleada anti-reelección podí­a terminar con la posibilidad de que él mismo fuera por un segundo mandato, pese a que la Constitución nacional se lo permite. Allí­ comenzó a crecer como nunca antes la hipótesis de Cristina.
Las encuestas consultadas por el Gobierno indican que, pese a que Kirchner le lleva ventaja cuando se mide la intención de voto contra los candidatos de la oposición, Cristina también se despega y los guarismos le permitirí­an triunfar en primera vuelta.
Las derrotas que el kirchnerismo sufrió el último domingo en Capital y en Tierra del Fuego aceleraron las definiciones. Kirchner necesita una contraofensiva que le permita retomar la iniciativa polí­tica y cree que la candidatura de Cristina le dará nuevos aires al proyecto de continuidad del oficialismo en el poder.
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¿Quiere ganar?

¿Por qué Cristina Kirchner serí­a la candidata del Frente para la Victoria en octubre, si en todas las encuestas tiene menos intención de votos que su marido?

Por Jorge Fontevecchia
1 de julio de 2007
¿Por qué Cristina Kirchner serí­a la candidata del Frente para la Victoria en octubre, si en todas las encuestas tiene menos intención de votos que su marido? La calidad de un análisis se mide por la capacidad explicativa que tiene de la realidad y, en este caso, no sólo debe explicar las ventajas –discutibles pero entendibles– que tendrí­a para el oficialismo que ella reemplace a su marido sino, y dado que para que eso suceda primero deberá ganar las elecciones, antes de entrar en esas especulaciones debe explicar por qué el oficialismo estarí­a dispuesto a correr riesgos electorales en octubre.
El acceso o no al ballottage se logra por unos pocos puntos de diferencia, y el 10% de mayor intención de votos a Néstor que a Cristina Kirchner es, en polí­tica, una distancia sideral. El desafí­o pasa, entonces, por explicar por qué el Frente para la Victoria es capaz de poner en riesgo su continuidad en el poder para que Cristina sea presidenta.
Maximizar el beneficio y minimizar el riesgo es la regla de la teorí­a de la decisión, y con esta premisa los economistas Harry Markowitz, William Sharpe y Merthon Miller, conocidos como “los tres reyes magos” (después se verá por qué), ganaron el Premio Nobel en 1990 con sus teorí­as sobre el control eficiente de la incertidumbre. En un primer trabajo, Portfolio Selection, Markowitz propuso una fórmula matemática que maximice el beneficio a un determinado nivel de riesgo o minimice el riesgo a un nivel de beneficio. Luego, Sharpe y Miller construyeron un modelo de equilibrio económico general asumiendo que todas las personas se comportan como Markowitz describe. Simplificadamente: el equilibrio entre riesgo y beneficio rige –y permitirí­a predecir– el comportamiento humano. O dicho de otra manera: el riesgo tiene un precio, y si bien no todos los seres humanos tienen aversión al riesgo, todos tienen aversión a las pérdidas.
Los principios de rivalidad y exclusión que manejan la lógica de la competencia no son sólo económicos sino también polí­ticos. Por ejemplo: lo que hace Kirchner con la oposición no difiere de lo que hace una megacorporación que abusa de su posición dominante para acercarse al monopolio y eliminar la competencia (el mercado no funciona sin competencia, ni la democracia sin oposición).
Aplicando la fórmula de Markowitz habrí­a que encontrar el punto de balance entre riesgo de pérdida y expectativa de beneficio de: a) asegurar hoy la permanencia de un Kirchner en el poder; b) el mayor beneficio que para Néstor Kirchner represente volver en 2011 que continuar en 2007; c) el mayor riesgo que represente para Cristina Kirchner suceder a su marido en 2011 que en 2007.
Para lo cual hace falta describir el escenario probable; por ejemplo, que de 2007 a 2011 será un perí­odo donde el modelo actual evidenciará sus imperfecciones generando turbulencias económicas y polí­ticas que consumirí­an la popularidad de Néstor Kirchner, haciendo tanto más difí­cil el reemplazo de Cristina Kirchner por su marido en 2011 que hoy, y justifique el riesgo electoral actual. Este razonamiento parte de una hipótesis discutible: que la pérdida de popularidad que enfrentara el Kirchner que resultara presidente 2007-2011 no serí­a trasladable de Cristina a Néstor Kirchner pero sí­ de Néstor a Cristina.
Una versión ampliada del escenario anterior es que los costos polí­ticos que deberá pagar el próximo presidente podrí­an ser de tal magnitud que hasta serí­a preferible para Néstor Kirchner correr el riesgo de que ganase un opositor a que él mismo tuviera que agotar su popularidad en las correcciones que habrí­a que realizar. Algunos de los que imaginan este escenario quieren que Néstor Kirchner sea reelecto no porque les guste el Presidente sino para que él mismo sea quien deba enfrentar las consecuencias de su creación.
No pocos especulan con que Macri no apoyarí­a con mucha voluntad a ningún candidato opositor, porque en el eventual caso de que ganase, se estarí­a creando su propio adversario para 2011. Otros sostienen que Macri analiza quedarse dos perí­odos como jefe de la Ciudad y posponer sus aspiraciones presidenciales hasta 2014: la edad se lo permite, y prefiere que gane un opositor antes que tener que convivir con las presiones de Kirchner justo cuando le toca su primera responsabilidad ejecutiva.
Otras perspectivas para analizar los motivos de Cristina presidente podrí­an encontrarse en cuestiones de í­ndole personal. Que Néstor y Cristina Kirchner hayan construido una sociedad polí­tica entre iguales, donde Cristina exija hoy el cumplimiento de un pacto preestablecido de alternancia de roles. O que el Presidente haya consumido sus reservas fí­sicas y psicológicas en estos cuatro desgastantes aí±os de tarea, y no resista otros cuatro de presión similar sin un perí­odo sabático.
Pero todas estas especulaciones parten de que los decisores son racionales y ni en polí­tica ni en economí­a esto sucede. Vale aclarar que con la fama del Nobel, Harry Markowitz patrocinó un fondo de inversión que aí±os después soportó desastres financieros “impredecibles”.
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Las encuestas que consolidaron la decisión de lanzar a Cristina

1 de julio de 2007
Muestran a la primera dama con ventaja sobre todos los candidatos opositores.
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Tal vez el que muestra a un Néstor Kirchner con el menor porcentaje de imagen positiva desde que asumió, -52 por ciento-, y en descenso, haya sido uno de los más determinantes de los varios trabajos de los encuestadores que suelen trabajar para el Gobierno tenidos en cuenta para consolidar la idea de lanzar a Cristina Fernández de Kirchner como candidata presidencial del oficialismo para octubre, en lugar de una propuesta reeleccionista.
Se trata de un sondeo de la consultora Poliarquí­a -800 consultas telefónicas en centros urbanos- que demuestra que ese í­ndice mí­nimo se alcanzó tras las derrotas electorales en la Capital y Tierra del Fuego. Hasta entonces, y desde comienzos del aí±o, en el seguimiento de la consultora la imagen positiva del Presidente estaba estabilizada en un 57 por ciento.
La traza descendente en la imagen de Kirchner todaví­a no lo desplazó del lugar más alto en las encuestas que miden especí­ficamente intención de voto.
En ese tipo de sondeos de los encuestadores ligados al Gobierno, determinan que, para Analogí­as, Kirchner ganarí­a hoy una elección presidencial con el 55 por ciento de los votos, con Elisa Carrió colocada en el segundo lugar con el 11 por ciento. Cristina, en cambio, lo harí­a con el 46,2 por ciento, frente al 12 por ciento de la Coalición Cí­vica.
Para CEOP, en los dos escenarios Kirchner tendrí­a el 53,6 por ciento de los votos y su esposa el 46 por ciento, con Roberto Lavagna como segundo, con el 10,9 frente al Presidente y 12,4 frente a la senadora.
En el mismo esquema comparativo, la candidatura de Kirchner tendrí­a para Ricardo Rouvier el 52,5 pr ciento de los votos, contra el 15,2 de Carrió; Cristina Kirchner lograrí­a el 48,2 por ciento, sobre el 16,3 de la ex arista. Y para OPSM, de Enrique Zuleta Puceiro, el Presidente ganarí­a con el 54,2 por ciento a Carrió, con el 10,5, y la senadora con el 46,5 contra la misma contrincante, que obtendrí­a el 12,5.
En eventuales escenarios de segunda vuelta, medidos también por OPSM, Cristina se impondrí­a sobre Elisa Carrió, quien serí­a su principal contendiente, con una diferencia relativamente menor, 49,8 % contra 29,5%.