«La gente no votará un rejunte de postulantes», dijo Lavagna

Afirmó que, en cambio, la sociedad quiere una alternativa


La Nación
26 de Junio
Por Laura Serra
De la Redacción de La Nación
«No hay invencibilidad en el Gobierno.» Fiel a su estilo moderado, sin apelar a adjetivos altisonantes, Roberto Lavagna prenuncia que la doble derrota del Gobierno en Capital y en Tierra del Fuego, que se suma a otras similares que se sucedieron en distintos puntos del paí­s, marca el principio del final del kirchnerismo.
Si bien el escenario nacional se abre auspicioso para la oposición, el candidato presidencial es tajante cuando rechaza la posibilidad de un frente opositor común. «La sociedad no va a votar un rejunte de postulantes; la gente quiere votar por cambio, por una coherencia. Está buscando una alternativa, no un rejunte que nos rememora al fracaso de la Alianza», sentenció, en diálogo con LA NACION.
El candidato presidencial de UNA (coalición por Una Nación Avanzada) apela a una cifra para cimentar sus esperanzas con vistas a las elecciones de octubre: 38 por ciento. «El Presidente obtuvo nada más que el 38% de los votos en las elecciones legislativas de 2005, que él planteó dramáticamente como un plebiscito de su gestión. Sobre esa base creó una imagen de invencibilidad que se empezó a caer con la elección de Misiones el año pasado, seguida después por Neuquén, Capital, en Tierra del Fuego. Tampoco ganó con candidatos propios en Catamarca, Corrientes y Entre Rí­os», enfatizó.
Lavagna, al igual que su rival de ARI, Elisa Carrió, y de Recrear, Ricardo López Murphy, cree que el peor error en la que podrí­a caer la oposición es conformar un frente común para enfrentar al Gobierno.
Convocatoria
No obstante, aclara, esto no implica que la oposición sea hermética al diálogo; por el contrario, en lo que marca una novedad en su estrategia electoral, el candidato presidencial por Una (coalición por Una Nación Avanzada) convocó ayer a un diálogo abierto con actores sociales, polí­ticos e interreligiosos «donde primen tres compromisos básicos: no agredir, respetar y proponer».
«Sólo juntarse para estar í‚«en contra deí‚» o mirando al pasado forma parte de la vieja Argentina que no queremos repetir», enfatizó.
Lavagna imagina un debate abierto «a favor» de un objetivo común, mirando hacia el futuro. Sin ser demasiado preciso -sugiere que tal vez pueda emularse la llamada Mesa del Diálogo que se formó con la crisis del 2001- propone a sus rivales y a la sociedad mostrar una actitud positiva en contraste con el sesgo crispado de la gestión del Gobierno. Una receta que a Mauricio Macri, flamante jefe de gobierno electo, le fue exitosa.
Justamente, al lí­der de Pro no lo ensalza en elogios -mantienen una relación distante-, aunque reconoce el valor su triunfo. í‚¿Cree que jugará un papel activo en la campaña nacional? «No creo; me parece que se concentrará en la gestión porteña, que es su mejor capital.»
Lavagna reforzará su campaña nacional con dos desafí­os: despegarse del rótulo de «candidato del radicalismo» que le endilgan sus rivales por el predominio de la UCR en la estructura de la coalición, pese a que él se reivindica peronista y, segundo, polarizar su candidatura con la del Gobierno.
Cuando analiza el nuevo mapa del paí­s que se conforma, reafirma sus esperanzas. «Surge un paí­s plural, con un gobernador de centroderecha en Capital, otro de ARI en Tierra del Fuego, radicales en Corrientes, Catamarca y Rí­o Negro, y seguramente el socialismo dominará Santa Fe. Para este escenario se necesitará un presidente amplio, plural. Un autoritario no podrá gobernar: se estrellará de inmediato», sentenció.