27 de Junio de 2007
«Me cuesta decirte vicepresidente, me gusta más decirte gobernador», dijo ayer el presidente Néstor Kirchner a su vice y candidato a gobernador bonaerense Daniel Scioli.
El nuevo apoyo presidencial al candidato fue durante un acto en Azul y frente a una supuesta «operación política», según fuentes oficiales, que indicaba que Scioli habría recibido ofertas de un sector del peronismo para ser candidato presidencial en octubre, enfrentando a los Kirchner.
Un día después de que el Presidente atacó a la prensa, a la que había acusado de esquizofrénica, por la evaluación que hizo de las derrotas del oficialismo en la Capital y en Tierra del Fuego, decidió no hablar más de las elecciones en las que perdieron los hombres de Kirchner.
Su discurso en el acto de Azul tuvo el objetivo de mostrar un fuerte respaldo al vicepresidente, quien no hizo mención alguna de las versiones que lo alejaban del Presidente.
El primero que buscó desechar esos rumores, vinculados a reuniones habituales que tiene Scioli con distintos dirigentes del PJ, fue el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en declaraciones que realizó a Radio 10, en las que negó esas versiones.
Luego el Presidente, quien viajó a Azul con Scioli, eligió dar otro respaldo contundente a su candidato para gobernar la provincia de Buenos Aires.
«Van a decir que hago campaña, pero me cuesta decirte vicepresidente, me gusta más decirte gobernador», dijo Kirchner a Scioli ayer al mediodía. Lo acompañaba su mujer, la senadora Cristina Fernández de Kirchner, quien hasta ahora sigue siendo la candidata presidencial no oficializada del kirchnerismo para las elecciones de octubre.
Kirchner igual hizo lo mismo que hace en todos los actos: mantuvo la incógnita acerca de si será él o ella -como indica o sugiere la mayoría de las voces del oficialismo- quien liderará la boleta del Frente para la Victoria. «Si uno es presidente, o primera dama, o primer caballero, no importa. Lo importante es que el país siga en el proceso de cambio. Tenemos hombres y mujeres para seguir cambiando la Argentina», sostuvo Néstor Kirchner.
«Queremos consolidar la transformación y la salida del infierno. Para el proceso de cambio que hay que llevar adelante, tenemos los hombres y mujeres para seguir transformando la Argentina», afirmó.
«Vamos a seguir invirtiendo, haciendo viviendas y no nos vamos a parar porque vengan las elecciones. Vamos a profundizar este cambio que recién comienza. Se va a seguir adelante para no perder ni un minuto porque la Argentina ya perdió demasiado tiempo», agregó.
Autocrítica
No dijo una sola palabra de las elecciones en la Capital y Tierra del Fuego. Pero el que hizo la autocrítica del Gobierno fue Alberto Fernández, uno de los funcionarios más golpeados por la derrota porteña.
«En algo debemos habernos equivocado nosotros tanto en la Capital como en Tierra del Fuego», dijo el jefe de Gabinete, quien además señaló que el triunfo de Mauricio Macri se debió a un «proyecto coherente» del jefe comunal electo desde la destitución de Aníbal Ibarra, el cual no comparte.
«Nunca pienso que la gente se equivoca», señaló el jefe de Gabinete, y manifestó también su voluntad de pensar «qué habrán hecho [los candidatos opositores] para convencer a la gente».
Sobre las elecciones porteñas, el funcionario aseguró que el kirchnerismo llevó «una propuesta diferente con Filmus, llevamos el mejor candidato, muy preparado y un hombre nuevo, algo que necesita la ciudad».
Destacó el papel de Filmus y agregó: «La vida política nos debe hacer comprender la alternancia, que a veces se gana y otras veces no nos va bien».
Señal de unidad
Después de la derrota del oficialismo en la Capital y en Tierra del Fuego surgieron versiones periodísticas -que el Gobierno descartó- sobre que el vicepresidente Daniel Scioli habría sido tentado por un sector del peronismo disidente para competir en octubre por las presidenciales.
Néstor Kirchner optó por desechar en un acto público esas versiones: compartió ayer un acto público con Scioli y le dio un fuerte respaldo a su candidato a la gobernación bonaerense.
El vicepresidente guardó silencio, no dijo nada. Mantiene su estrategia de seguir su recorrido por la provincia.
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Scioli dice que De la Sota no le ofreció ser candidato a presidente
Por Walter Curia, Mariano Pérez de Eulate
27 de Junio de 2007
Todo mi esfuerzo está puesto en conseguir el mejor resultado electoral en la provincia». Detrás de esa frase, Daniel Scioli buscó ayer despejar cualquier sospecha sobre su lealtad al presidente Néstor Kirchner después de conocido su encuentro reservado, la semana pasada, con el gobernador de Córdoba, José de la Sota.
La reunión entre Scioli y De la Sota, revelada ayer por Clarín, provocó estupor en los despachos oficiales, sensibilizados por el triunfo el domingo de Mauricio Macri en la Capital, la victoria del ARI en Tierra del Fuego y el súbito renacimiento de una oposición de matriz peronista. Ayer, temprano, sonó el teléfono del cordobés: se le informó que había sido levantada la audiencia que tenía agendada a la tarde con el presidente Kirchner. Fue a raíz de la información de este diario.
El escenario político ve librar en estas horas lo que parece una guerra de nervios. En fuentes justicialistas trascendió ayer que durante el encuentro en su departamento porteño, el martes 19, De la Sota habría propuesto a Scioli abandonar el kirchnerismo y aceptar una candidatura a presidente en representación del peronismo opositor.
En diálogo con este diario, Scioli negó haber recibido esa oferta del cordobés. De la Sota mantuvo silencio, pero fuentes de su entorno ratificaron su alianza con Kirchner.
La consolidación de Macri como referente de la oposición parece haber llevado a todos a mirar hacia el justicialismo, un movimiento que lleva años de hibernación. Es curioso: los esfuerzos de un puñado de dirigentes peronistas por disputar, desde el mismo peronismo, la hegemonía de Kirchner coinciden con una propuesta surgida en despachos del Gobierno en busca de «peronizar» la campaña presidencial como primera respuesta al doble tropiezo electoral del domingo.
Kirchner buscaría así no dejar espacios vacíos en su partido con la evidencia incontrastable de que su principal herramienta electoral en estos años, el Frente para la Victoria, no ha logrado ningún triunfo serio en 2007.
Reprobados por Kirchner, un grupo de dirigentes encabezado por Ramón Puerta, de fuerte vínculo personal con Macri, avanza en la construcción de un polo opositor en el PJ.
La convocatoria a un congreso de esa dirigencia aislada, dispersa y muy subestimada por el Gobierno, podría haber recibido ayer un espaldarazo en La Rioja: Carlos Menem y los hermanos Rodríguez Saá se comprometieron a impulsar un candidato presidencial para enfrentar al Gobierno. La decisión se blanqueará en un cónclave justicialista en Potrero de los Funes, San Luis (ver Menem…).
Hasta el momento, Puerta, presidente por un día en la crisis de 2001, y Menem reconocieron que aspiran a la presidencia en octubre. El misionero í¢â‚¬â€que, sin inocencia, salió a plantear la tesis de Scioli como presidenciableí¢â‚¬â€ podría confluir en ese espacio.
De la reunión en San Luis podría salir un escenario comprometedor para Kirchner, gran impulsor del letargo del PJ: el grupo rebelde resolvería pedir en la Justicia Electoral la convocatoria al Congreso Nacional del partido, máximo órgano interno, para impulsar elecciones internas de autoridades y acaso de candidatos presidenciales. En el Gobierno saben que la jueza María Servini de Cubría casi se quedó sin argumentos para prolongar la intervención judicial al PJ. í‚¿Podría, pues, rechazar un pedido así?
Aunque públicamente se despega, la movida es vista con agrado por Eduardo Duhalde, que ha salido de un silencio de casi dos años. Duhalde, por su parte, planea reunir al Congreso del PJ bonaerense, donde sigue teniendo peso, para sacar de allí una postura política sobre el Gobierno nacional y, ya en 2008, meter presión a un eventual segundo mandato kirchnerista.
í‚¿Cómo juega Scioli en medio de todo esto? Es la apuesta de Kirchner en la provincia de Buenos Aires, el principal distrito electoral del país, para traccionar el mayor número de votos en favor de la candidatura de Cristina Kirchner, sobre la que no habría cambios. El costo de esa jugada acaba de pagarse y ha sido un precio alto: la Jefatura de la Ciudad de Buenos Aires.